No suelo reproducir aquí textos completos no escritos por mí a menudo, pero éste me ha llegado por correo y creo que es recomendable leerlo. A veces estamos tan acostumbrados a ver las cosas desde prismas tan «cotidianos», que viene bien sumergirse en ejercicios empáticos de este tipo para hacer reflexionar a las mentes excesivamente enmohecidas. Y como bálsamo humorístico para prevenir la que se nos viene encima con la mani de los curas del fin de semana que viene, no está nada mal.
Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.
El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.
Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos.
Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.
Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por «el qué dirán» o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.
Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: Aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.
Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: También estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.
Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de «¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!».
Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bien es cierto que los hijosde católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vezen católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.
Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.
En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción. Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.
>
18 asociaciones y grupos cristianos de gays y lesbianas han elaborado un comunicado conjunto contra la manifestación. Frente a los organizadores de la marcha, la Iglesia y el PP, que dicen actuar en defensa de la familia, estas organizaciones aseguran que no desean «destruir la institución familiar, sino extenderla a otras realidades». «Creemos en la familia, y también en la integrada por parejas del mismo sexo, las cuales tenemos derecho a vivir dignamente nuestro amor en común. No deseamos destruir la institución familiar, sino extenderla a otras realidades familiares que se dan de hecho, lo que conllevará su plena integración en la sociedad en un entorno estable», dice el comunicado.
.
En el documento, la veintena de asociaciones aseguran que se consideran «parte de la Iglesia, que no está sólo constituida por la Jerarquía sino por todo el Pueblo de Dios» y que son «fieles al Evangelio de Jesús, que habló de amor y justicia y no de discriminación», a la vez que confirman que éste «nada dijo» de las personas homosexuales. También hacen un llamamiento «a todas las personas cristianas» para que reflexionen sobre «dónde está Dios, si en la voluntad de quienes convocan la manifestación del sábado 18 y que quieren negarnos a una parte de la población nuestro derecho a amar o en la decisión de convertirnos por fin a lesbianas y gays en ciudadanas y ciudadanos de primera».
El Foro del Espectador, una organización presidida por una directiva homófoba y conservadora, contra «Aquí no hay quien viva»
.
Esta organización de telespectadores dice contar con cerca de 8 millones de asociados y se autoproclama como una de las más representativas de la sociedad española.
Esta integrada por la Federación Española de Familias Numerosas, la Asociación de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de Madrid, Acción Familiar de Navarra, socios individuales y adheridos. Su presidenta es Ascensión López, antigua directiva de otra asociación, la FIATYR, que tuvo «que abandonar tras descubrirse graves irregularidades en la contabilidad», dijo el presidente de esta en unas declaraciones reproducidas por Info.Tk
Considerada como ultraconservadora, Ascensión López no tiene reparos en calificar a los homosexuales de enfermos, «cuando todo el mundo sabe que eso tiene cura; yo conozco un médico, el Dr. Aquilino, que si eres homosexual, te lo cura como una cojera”, según pudo oírsela en un reportaje con cámara oculta que fue emitido por Crónicas Marcianas.
Ese mismo reportaje desvelo que los pretendidos 8 millones de asociados son pura ficción y que el número real está en torno a los 10.000 en toda España.
Como muestra de cuales son sus preferencias televisivas nada mejor que conocer la lista de premiados que cada año concede esta asociación. El Telediario de Urdaci, Raphael, Cine de Barrio y un buen número de programas de Tele Madrid han sido merecedores de sus galardones.
para bajar la ley publicada en el BOE