Por enésima vez consecutiva, el pueblo venezolano ha mostrado su apoyo a Chávez y a sus políticas de reformas constitucionales. Las presiones de la oligarquía, los medios de comunicación y los Estados Unidos han sido brutales. Tenían los datos preparados de su victoria 60-40 desde hace días. De hecho se publicaron en algunas páginas el mismo día 15 antes de que se cerraran incluso las urnas e incluso había montajes con las grabaciones de la victoria de la oposición con la supuesta voz del presidente del Consejo Nacional Electoral. Esos datos previos a las elecciones son los únicos que la Coordinadora Democrática da por buenos haciendo caso omiso al escrutinio real ofrecido.
A pesar de que el Centro Carter y la Organización de Estados Americanos han garantizado la limpieza del proceso, la oposición democrática, la iglesia católica y los Estados Unidos siguen sin reconocer la victoria de Chávez. Curiosa tríada aliada. De un lado el gobierno Bush, quien llegó al poder tras un brutal pucherazo sin precedentes en la historia americana. De otro, la iglesia, tradicional aliada de las clases pudientes latinoamericanas, que han llevado bajo palio a los más sangrientos dictadores del continente. Tras eliminar al movimiento de la Teología de la Liberación, está perdiendo predicamento a pasos agigantados entre los pobres, quienes abrazan sectas y credos extraños que les ofrecen cierto grado de atención. Por último, la Coordinadora Democrática. Esos mismos que dieron el golpe de estado apoyados por Bush y Aznar y que carecen de toda legitimidad para hablar de resultados electorales. Fue precisamente la convicción de que tenían perdido cualquier proceso electoral la que les llevó a organizar la asonada golpista antes de que el proceso de reformas fuera irreversible, sobre todo en lo referente a los repartos de tierras entre los campesinos.
Chávez tiene ahora tres años para profundizar en la construcción de un estado más redistributivo y, dado el actual apoyo social con el que cuenta, es posible que pueda repetir otro mandato. El problema es que la oposición no se va a quedar quieta durante este tiempo. Es bien posible que los mercenarios que la oposición y la CIA tienen radicados en Colombia, en buena parte pertenecientes a los paramilitares de la Autodefensas Unidas Colombianas entren en acción para desestabilizar el país de la misma manera que hicieron en Haití. No es un hecho nuevo, el gobierno norteamericano no hace mucho que reconoció que estaba en su derecho de financiar a los insurgentes venezolanos. Huelgas, manifestaciones, desinformación, agitación, desobediencia serán otros de los caminos que Hugo Chávez y los suyos tendrán que enfrentar durante este nuevo periodo.
No puedo evitar que se me venga a la mente lo sucedido en la Nicaragua sandinista con la Unión Nacional Opositora (la UNO) y los mercenarios pagados por los EEUU. Esperemos que la historia no se vuelva a repetir, baste si no comprobar en qué estado está la Nicaragua que entregó su ilusionante futuro por miedo a los chantajes y a las falsas promesas de los gringos.
Copyleft Juanlu González.