Sin control de las fronteras, de las fuentes de agua, de su espacio aéreo y de sus accesos por tierra y por mar, Gaza seguirá siendo un cárcel, un poco más grande —eso sí— y con acceso a las playas privadas que antes eran para colonos y turistas sionistas, pero una cárcel. Que nadie piense que puede haber paz mientras no haya un estado palestino viable y soberano, la resistencia y la presión internacional deben continuar hasta liberar por completo la Franja de Gaza y toda Cisjordania o se constituya un estado democrático pluriconfesional y multiétnico que incluya a toda Palestina y sus habitantes.