La región supuestamente más tranquila de Irak, la provincia de Basora, de mayoría chií y donde los británicos mantienen una fuerza de 8.500 soldados se ha estado tensionando de manera drástica hasta provocar una revuelta sangrienta que ha puesto de manifiesto la naturaleza real de las operaciones militares del Reino Unido y puede hacer cambiar la opinión que buena parte de la población chii tiene de sus supuestos libertadores.
Al parecer, un par de agentes secretos británicos disfrazados de árabes se saltaron ayer un control policial iraquí a pesar de los requerimientos en sentido contrario. Acto seguido se produjo un tiroteo que acabó con la vida de dos policías. Posteriormente fueron detenidos y encerrados en la principal cárcel de Basora donde les fueron tomadas fotografías para que se confirmara su identidad y los ropajes que usaban en el momento de la detención. Dos tanques fueron enviados para intimidar a las autoridades locales para liberar a los presos pero una multitud enfurecida los atacó con piedras y cócteles molotov y obligaron a abandonar los vehículos a sus ocupantes en unas imágenes que han dado la vuelta al mundo y que costaron la vida de 4 iraquíes.
Ya por la noche, diez tanques apoyados por helicópteros Apache fueron hasta las inmediaciones del lugar y derribaron los muros de la cárcel liberando a los dos agentes y de paso a 150 presos que aprovecharon la coyuntura para huir. Informaciones británicas afirmaron que allí no se encontraban sus espías, ya que habían sido entregados a una de las milicias de la ciudad y que posteriormente fueron liberados en una casa de Basora —afirmaron para justificar sus bárbaros actos en una explicación bastante poco convincente.
El descontento de los chiíes menos colaboracionistas se relaciona con la detención el pasado día 18 de un clérigo cercano al ejército del Mehdi y de sus colaboradores como represalia por un atentado contra un convoy donde murieron 3 invasores y atribuido a estas milicias por los propios británicos. Sin embargo, actos como estos, calificados como «bárbaros, salvajes e irresponsables» por el gobernador de Basora, sólo pueden ayudar a enrarecer aún más el clima en las zonas sureñas y favorecer el auge de la incipiente insurgencia.
Líderes iraquíes afirman que dos soldados británicos liberados violentamente por el ejercito ocupante preparaban un atentado contra una concentración religiosa chiíta
IraqSolidaridad/El Mundo/Rebelión
Después de que tanques de las fuerzas británicas de ocupación liberaran a la fuerza a dos de sus soldados [a la derecha de la imagen] -detenidos por la policía iraquí cuando viajaban disfrazados de árabes en un coche cargado de armas y material explosivo-, una multitud indignada atacó el lunes 19 de septiembre a los blindados y a sus dotaciones.
En los incidentes han resultado muertos al menos dos iraquíes. Portavoces del clérigo chií as-Sáder han afirmado que estos dos individuos «se disponían a disparar contra la gente congregada en un santuario chií de Basora», en el marco de una semana de duros enfrentamientos en esta ciudad entre chiíes y británicos a raíz de la detención de dos representantes de Muqtadar as-Sáder acusados de terrorismo. Los dos militares fueron interrogados ayer por un juez. «Conducían un coche civil y estaban vestidos con ropa civil cuando se produjo el tiroteo con la patrulla civil», informó un funcionario iraquí, «estamos investigando». Fotografías de prensa mostraban a uno de los dos soldados con un vendaje en la cabeza. Fuentes de la Policía afirmaron que los militares vestían ropas tradicionales árabes durante su misión secreta.
Al resultar sospechosos, los agentes se aproximaron a ellos, que respondieron con fuego. «Los policías les capturaron», relató Mohamed al Abadi, funcionario del Gobierno de Basora. En el coche encontraron armas y material para fabricar explosivos.
Tras conocerse lo ocurrido, una turba enardecida trató de incendiar un carro de combate británico y atacó a un soldado. Dos iraquíes murieron en los disturbios. El blindado trató de retroceder pero fue alcanzado por cócteles de gasolina y rodeado por la multitud. El carro ardió. Un soldado saltó en llamas de su interior mientras la multitud lo apedreaba. Los manifestantes reclamaron que los detenidos fueran enviados a la cárcel. Las tropas británicas rodearon la sede de los servicios secretos con blindados y exigieron la liberación de los militares. Los responsables del centro se negaron. Las autoridades británicas en Basora investigan el incidente. En Londres, los liberales pidieron la retirada de las tropas de Irak.
El diputado chií Fatah al Sheij, representante del clérigo radical Muqtada al Sadr, afirmó que tenía informaciones de que los británicos detenidos «se disponían a disparar contra la gente congregada en un santuario chií» de Basora.
A pesar de que en el momento de la detención los británicos disfrazados hicieran fuego contra los policías iraquíes, fuentes oficiales británicas afirman -paradójicamente- que sus dos soldados «actuaban de forma encubierta de acuerdo con las autoridades [iraquíes]». Las mismas fuentes británicas aseguran también que los prisioneros «no fueron liberados por la fuerza», todo ello después de que varios blindados derribaran los muros para acceder al centro de detención y liberar a ambos detenidos. Estos hechos parecen demostrar, una vez más, la implicación directa de los ocupantes (en este caso sin intermediarios locales) en la oleada de atentados terroristas indiscriminados contra objetivos civiles que sufre Iraq, al tiempo que -frente a toda evidencia- siguen adjudicando su autoría a la resistencia.
A pesar del pasteleo entre el gobierno títere y agradecido iraquí a los británicos por haberlos puesto en el sitio que ahora ocupan, los gobiernos locales no opinan lo mismo de los ocupantes:
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· Basora suspende su colaboración con las tropas británicas
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· Cientos de iraquíes manifiestan contra la presencia de británicos en Basora
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· Las tropas británicas en Basora reducen su presencia a petición del gobernador provincial