Los valientes norteamericanos vuelven a bombardear desde el aire las ciudades shiíes para defenderse de gente que sólo posee armamento ligero. Como siempre, la mayoría de los caídos son población civil. Los medios indican que esta última ofensiva es para acabar con el levantamiento de los seguidores del clérigo radical Al Sadr, al que insistentemente tildan con lo de radical. Usan el apelativo para tratar de descalificar a su movimiento, ya que lo colocan como sinónimo de fanático, ciego e irreflexivo.
Pero ¿por qué los tachan de radicales? ¿porque no acepta la entrega de su país a los ejércitos invasores? ¿porque no se acobardan ante la inmensa superioridad militar de los nuevos cruzados?. Imaginemos que una situación similar aconteciese en nuestro país. Podríamos hablar de esos milicianos son una especie de héroes asimilables a la resistance francesa o a los partisanos italianos. Y hasta los extranjeros que acuden a colaborar en la defensa del territorio iraquí ¿no serían como los brigadistas internacionales que vinieron a luchar contra el franquismo?.
Lo que aquí no entendemos es que en el caso de este mini ejército, el factor aglutinante sea la religión y una interpretación estricta del Corán. Y es que en nuestro país, y en toda Europa en general, en teoría somos bastante laicos y solemos separar política de religión. Pero si analizamos los últimos 8 años de gobierno popular donde campaban libremente en Moncloa dos sectas integristas como el Opus o los Legionarios de Cristo o, peor aún, si miramos lo que sucede en los Estados Unidos, donde el presidente está en manos de otra secta cristiana en la que cayó tras varias graves intoxicaciones etílicas ¿quién es pues el radical?. En todo caso, ambas partes comparten equivalentes motivaciones, por lo que ese apelativo usado siempre en la misma dirección sobra, tiene una clara intención manipuladora.
Copyleft Juanlu González