Religión en las aulas

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Todos sabemos que la política que practica un partido que está en el poder o aspira a conseguirlo debe contener literalmente guiños a diestro y siniestro. Sin embargo, esas concesiones a veces se pueden convertir en abandonos de las políticas propias en favor de las ajenas con el consiguiente disgusto de sus bases y simpatizantes. Eso parece que es lo que puede pasar al PSOE con la anunciada reforma educativa de confirmarse las expectativas anunciadas por el propio Zapatero y la venidera tramitación de la LOE en el Parlamento. De momento, sólo queda el consuelo de que no se moverá un ápice de lo referente a las clases de religión. Ese extremo defraudaría a una porción sustancial del electorado socialista y salpicaría indefectiblemente a los partidos de izquierda coaligados con ellos en el gobierno.

Sin embargo, el asunto de las clases de religión parece seguir siendo fundamental en la agenda del Partido Popular y, lógicamente, en la de esta hornada de obispos pancarteros tan preocupados por los asuntos terrenales. El PSOE, dada la debilidad que está manifestando, no va a dejar de impartir esa asignatura en las escuelas, que es lo que definitivamente debería hacer. A pesar de las mentiras vertidas por el nacional catolicismo, sólo se va a volver a la situación previa a la de los gobiernos del PP, cuando la religión era materia opcional y no evaluable. ¿A qué tienen pues tanto miedo? ¿por qué hacen casus belli de algo absolutamente tan inocuo? La respuesta es bien sencilla, temen exponer públicamente el desgaste que la institución eclesial está sufriendo en la sociedad española, algo que vienen arrastrando desde el restablecimiento de la democracia por el claro alineamiento que mantuvo la institución con el régimen franquista y el progresivo alejamiento de la curia de las tendencias sociales mayoritarias de la población del país (divorcio, preservativo, relaciones prematrimoniales, aborto, derechos de gays y lesbianas, etc.).

Alega la derecha política y religiosa que el proyecto de reforma de la LOE va contra el derecho de elección la inmensa mayoría de los padres y madres del país, ya que más del 80% de los mismos elige a la asignatura de religión frente a la materia optativa que se les ofrece a sus hijos. Hoy mismo he estado charlando con algunos padres de convicciones progresistas con descendientes en edad escolar y les he preguntado por cuáles eran esas clases que se impartían en la hora de religión. La mayoría de las veces contestaron que se trata sólo de tiempo de estudio o para realizar tareas pendientes; otras veces dejan al discente a solas delante de un ordenador conectado a internet. En ningún caso de los recogidos en la miniencuesta improvisada se impartía ningún tipo de contenidos curriculares. Ante este panorama ¿qué creéis que preferirán la mayoría de los padres y madres? Pues que vayan a clase de religión, total, allí no les enseñarán nada malo. De esta manera se cierra una espiral de la que es prácticamente imposible salir, manteniéndose una inercia que favorece el inmovilismo en el que tan a gusto se sienten los conservadores.

Pero ahora es posible que las autoridades educativas se tomen en serio de una vez la implantación de una asignatura alternativa a la religión. En ningún caso parece que va a ser algo relacionado con el «hecho religioso» o la histeria de las religiones, ya que no va en consonancia con el objetivo que pretenden conseguir la mayoría de los padres ateos o agnósticos que no desean que sus hijos e hijas reciban doctrina católica en clase. Todo apunta a que será una materia relacionada con la educación en valores, que habitualmente se denomina como integrante del currículum oculto, como disciplina horizontal de esas que deben impregnar todo el hecho educativo. Aunque vaya contra natura pedagógica, parece que va a ser así. Pensemos ahora por un momento en cómo afectará a los padres y madres que nunca van a misa salvo para actos folklóricos o que no incorporan a sus vidas el ideario religioso… cuando se contraponga la religión católica por ejemplo frente a una clase de educación ambiental, de educación para la paz y la solidaridad, de educación para la igualdad… e incluso de educación vial. ¿A que se invertiría la proporción actual? Es bien posible, por eso le temen tanto a esta reforma, por eso gritan que acabará con las clases de religión aunque el texto de la LOE no dice eso en ningún momento. Pero no porque atacará la libertad de elección de los progenitores, simplemente por todo lo contrario, porque posibilitará la capacidad de elección.

4 Comentarios

  1. Y si no quieren que haya asignatura optativa, pues que la pongan al final de la jornada y dejen salir al alumnado una hora antes, verás como no se apunta ni dios 😛

  2. Hace falta una ley de educación consensuada con el PP, para que no vuelvan locos a los colegios cambiando de ley con cada cambio de gobierno

  3. Pero en lo tocante a religión, sólo se trata de cumplir la constitución.

    De todas maneras el PP en 8 años casi ni tocó la LOGSE. Prácticamente sólo este celestial tema, el paso de curso con suspensos, la reválida y se cargó los aspectos de integración de personas con discapacidad. Todo ello sin un sólo euro de más, más bien todo lo contrario. Y le llamaron «calidad» 🙂

    Bueno y también se cerraron colegios públicos favoreciendo a los concertados de las mismas áreas de influencia.

  4. MATEMÁTICAS EN MISA

    «Somos un grupo de docentes de todos los niveles educativos que estamos muy preocupados por el bajo nivel cultural en nuestra sociedad, los altos índices de fracaso escolar y la proliferación de telebasura. Para salir de esta situación queremos traspasar los muros de las escuelas, los institutos y las universidades, llevando la cultura y la educación a ámbitos en los que hasta la fecha hemos estado ausentes, en los que nuestra dejadez ha privado a muchos ciudadanos del derecho universal a la cultura.

    Como primer paso, queremos llegar a un acuerdo con las autoridades eclesiásticas para que nos cedan un diez por ciento del tiempo de las misas con el fin de que profesores especialistas en las distintas disciplinas puedan llegar más fácilmente a los creyentes mediante breves intervenciones didácticas. Estamos estudiando cuál sería el momento idóneo para insertar en las misas contenidos científicos y culturales, tal vez inmediatamente después de la consagración o justo antes del padre nuestro. Está claro que algunos feligreses podrían, con razón, objetar que ellos no tienen porqué aumentar sus conocimientos ni su cultura, ya que acuden a misa con el sólo fin de orar y escuchar la palabra de Dios.

    Para solucionar este problema, y aunque pudiera parecer inconstitucional, a la entrada a la iglesia les haríamos rellenar un formulario para que manifestaran su preferencia por la religión o la cultura. Una vez identificadas estas personas, podrían abandonar en el momento adecuado la nave principal de la iglesia y reunirse en las capillas laterales, la cripta o el salón parroquial. Con el fin de evitar agravios, estas personas podrían recibir durante ese rato charlas de carácter no cultural ni educativo pero muy relacionadas con los contenidos que se estén impartiendo en ese momento al resto de los fieles desde el altar.

    Por ejemplo, los feligreses que no quieran repasar la tabla periódica, estudiarán los efectos perniciosos de los colorantes alimentarios, los que no quieran hacer ejercicios de educación física podrán ver un documental sobre la obesidad, y los que no quieran repasar los verbos irregulares ingleses podrían estudiar estadísticas sobre la importancia de hablar idiomas en el mundo moderno.

    Los obispos nos han adelantado que no habría problema en computar el tiempo de cualquiera de estas actividades como tiempo equiparable al dedicado a escuchar la palabra de Dios, a la oración, a la contemplación, la penitencia o a la caridad y en ningún caso podrá discriminarse el acceso a la salvación eterna a los fieles en razón de sus preferencias religiosas o educativas.

    Tampoco han puesto la más mínima objeción a la aparente contradicción derivada de que el contenido de las misas esté basado en la fe y las creencias, en contraste con la naturaleza científica y académica de los contenidos que habitualmente impartimos en las aulas. En un primer momento, las clases se impartirían sólo durante las misas obligatorias de los domingos y fiestas de guardar, para más adelante extenderse a otros actos religiosos de asistencia no obligatoria como bautizos, bodas, comuniones, funerales, ejercicios espirituales, ordenaciones sacerdotales e incluso ceremonias de canonización o beatificación.

    Pero, ¿de dónde saldría el dinero para pagar al profesorado que trabaje los domingos? Sin duda alguna de los donativos que los fieles depositan en los cepillos, del porcentaje de impuestos destinados al sostenimiento de la Iglesia Católica o, en general, de los presupuestos de la Iglesia. Para garantizar la calidad de las enseñanzas impartidas, nuestra asociación gestionaría directamente el dinero aportado por la Iglesia y con él contrataría a profesores de sólida formación pedagógica y científica que se encargarían de impartir las clases durante las misas.

    Naturalmente, dado el carácter eminentemente laico de las clases, no dudaríamos en despedir fulminantemente a aquellos profesores que no mantuvieran una coherencia laica entre su vida profesional y personal haciendo cosas como casarse por la iglesia, acudir a misa semanalmente o participar en cualquier tipo de actos religiosos.

    Finalmente, llevaremos nuestras negociaciones hasta el mismo Vaticano, con cuyas autoridades firmaríamos un concordato que garantizara la continuidad de nuestra noble tarea docente en las iglesias durante los años venideros.

    ¿Te parece un disparate? ¿Te parece difícil de conseguir? No es tan disparatado ni tan difícil. Ahí tenemos el ejemplo de los acuerdos entre la Iglesia y el Ministerio de Educación en torno a la asignatura de religión y su alternativa. Al final han conseguido lo que nadie hubiera creído posible. Entre tanto, puedes hacer llegar nuestra propuesta educativa a docentes, padres, alumnos, políticos, sindicalistas, medios de comunicación e incluso a las autoridades eclesiásticas. Tal vez así contribuyamos a que se entienda mejor lo que está ocurriendo en relación con la enseñanza de la religión en los centros sostenidos con dinero público.»

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