Pasos hacia una salida equitativa en Irán

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Ayer el diario La Vanguardia publicaba un interesante artículo sobre el futuro de la crisis que EEUU ha creado con Irán. Los analistas firmantes del análisis, George MacGovern y William R. Polk, eran altos cargos políticos de diferentes gobiernos demócratas, por eso resulta interesante como muestra del pulso del sector «progresista» de la realpolitik usamericana.

Parte de la premisa nunca comprobada de que Irán está tratando de poseer tecnología militar nuclear, en eso no difiere mucho del pensamiento unidimensional imperante en occidente, sin embargo responsabiliza en varias ocasiones a EEUU del rearme atómico en el mundo por su política de «guerra preventiva» y cita como ejemplo al cambio de política exterior imperial en el caso de Corea del Norte desde el momento en que anunció que poseía la bomba.

De alguna manera, los autores se sitúan empáticamente —y esa es la novedad— en el lugar de un país acosado y justifica sus legítimas aspiraciones a defenderse de una agresión que comenzó tras la proclamación de la Estrategia de Defensa Nacional que otorga carta de naturaleza a la guerra preventiva contra cualquier país que pueda «convertirse en rival de los EEUU o enemigos regionales capaces» de anteponerse a los espúreos intereses del imperio.
Lo más preocupante de las tesis de MacGovern y Polk es su afirmación de que las operaciones encubiertas ya han comenzado. En los Bits me he hecho eco de atentados terroristas que el gobierno iraní achacaba a la inteligencia usamericana, así como de los ataques de guerrilleros kurdos afines al PKK que operan en Irak dentro de territorio iraní. Los autores relacionan además muchos envíos de material bélico a las bases militares que circundan la república islámica y a Israel como preparativos de la futura y probable invasión. Si, habéis leído bien, la invasión.

Parece ser que, descartadas a priori las políticas sancionadoras, no existe otro escenario seguro para frenar las ambiciones nucleares de Ahmadineyad. Ni las bombas anti búnkers, ni las bombas nucleares tácticas son efectivas ante instalaciones subterráneas acorazadas. Sólo sería posible si se usasen bombas nucleares potentes que provocarían centenares de miles de muertos y una nube radiactiva que circundaría todo el planeta contaminando todo a su paso, salud humana incluida. Lo que está claro es que EEUU no podría soportar el rechazo que esta opción provocaría en el mundo, habida cuenta de que ya está considerada como el mayor riesgo para la seguridad del mundo a tenor de lo dicho por estudios demoscópicos globales.

Tampoco estos analistas apuestan por el éxito de una invasión a la iraquí aunque sí por la salida más plausible. Con un ejército realmente agotado, con una guerra inacabada en la región y el rearme ligero de milicias irregulares populares shiíes, la operación sería una total locura. Pero a pesar de ello es una locura ya iniciada y, al parecer, conociendo los antecedentes de las dos guerras del Golfo, puede que no tenga ya retorno.

Estos políticos apuestan claramente por una salida diplomática global. Global porque habla del desarme de la región, vinculando claramente la nuclearización de Israel con la de Irán. Pero también con la nuclearización de EEUU y el resto del club atómico planetario. Lógicamente es la opción más deseable, pero también la menos plausible. Son muchos los analistas que piensan que EEUU ha organizado esta crisis únicamente como supeditación a los intereses estratégicos de Israel y que esta estrategia les puede llevar incluso a la pérdida de su predominio global. Ya se sabe, 1,2, 3 Vietnams…

Mientras —afirman—, Irán está jugando a las dilaciones necesarias que le permitan finalmente sentirse seguro con la disuasión nuclear como seguro de vida. Parecen ignorar que expertos nucleares hablan de casi una década como el tiempo necesario para que la tecnología atómica iraní alcance el grado de madurez necesario como para producir armamento de este tipo.

Sí que analizan someramente las repercusiones del uso del petróleo como arma. El precio que auguran para el crudo llega hasta los 400 dólares, sumiendo al mundo en una crisis económica sin precedentes. La opinión pública mundial no le perdonaría a Estados Unidos que pagara las consecuencias de la decisión de situarnos a sabiendas en medio de una crisis económica para salvarnos de un enemigo que, por mucha generación de consenso que esté trabajando previamente para lavar cerebros, nadie considera que pueda amenazarnos seriamente.

Con las debidas precauciones, resulta interesante echar una ojeada a este artículo. Interesante porque proviene del interior del propio establishment político norteamericano y, con todas sus contaminaciones, es ciertamente revelador por los datos que aporta desde el mismo corazón del imperio.

Hoy mismo, la crisis se sitúa en el Consejo de Seguridad con los intentos —vanos hasta la fecha— de colocarla dentro del Título VII, que permite la adopción de sanciones de cualquier tipo si no se atienden sus peticiones. Sería de esperar que, con los precedentes de la invasión de Irak con falsas argucias, la opinión pública no vuelva a dar crédito a la campaña de intoxicación lanzada contra Irán, aunque todo parece indicar que lo han conseguido de nuevo, se tropieza una y otra vez con los mismos intoxicadores y volvemos a caer en sus trampas.

De momento han llevado el debate a donde más le interesa, donde prácticamente es irresoluble. Por eso si alguna virtud tiene este artículo es situar la crisis dentro de una perspectiva más global y en un marco de carácter regional, algo bastante inaudito en estos días de superficialidad dirigida.

1 Comentario

  1. Roberto Montoya en El Mundo:

    …Sin embargo, varios países han desarrollado posteriormente armas nucleares, fundamentalmente Pakistán, la India e Israel, ninguno de ellos signatario del TNP. Corea del Norte, que sí lo era, pero del que se salió en 2003, asegura también tener la bomba atómica. El reciente acuerdo de cooperación nuclear entre EEUU y la India, país que realizó su primera prueba nuclear en 1974 y que desde 1998 es considerado potencia nuclear, oficializa de hecho la entrada de ese país de 1.000 millones de habitantes en el club de las cinco potencias atómicas, sin que se haya comprometido a firmar, sin embargo, el TNP. La India sigue por tanto sin someterse al control de los expertos del OIEA, ante los que, paradójicamente, sí se somete Irán. Aunque lo quisiera, y es muy probable que lo quiera, tendría un retraso de décadas con respecto a la India, Pakistán e Israel en el desarrollo de armas nucleares. Y esa es una de las denuncias que siempre ha hecho Irán, la del doble rasero que se utiliza hacia su país. A pesar de ser miembro del TNP, que le autoriza a enriquecer uranio para uso civil, y a pesar de haber firmado su Protocolo Adicional y aceptado exhaustivas inspecciones del OIEA, cada vez se le ha exigido más y más condiciones, como a ningún otro país. Durante años renunció incluso voluntariamente a su derecho a enriquecer uranio. Hasta que llegó Mahmud Ahmadineyad al poder y dijo ¡basta!…

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