Sube la tensión en Marruecos

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Muchos hemos sido de la opinión de que en el vecino país del sur sería impensable algún tipo de revueltas populares similares a las de Túnez o Egipto. La doctrina de hablar del té pero nunca de la tetera parecía bien asentada entre la población cuando se trataba de la casa real. Salvo en la zona más puramente beréber de Alhoceima o Nador, el status quo nunca se cuestionaba, menos aún públicamente.

Sin embargo, recientemente hemos podido comprobar que algo está cambiando de manera muy rápida. Sólo entrando tranquilamente en varios comercios de muy diferente tipo en zonas de norte del reino alauí hemos visto que la gente tiene ganas de hablar. Quizá animadas por las simpatías de las revueltas del 15M, que de alguna manera nos han homologado con las del Magreb y Oriente Medio, personas desconocidas sentían la necesidad de compartir inquietudes con los recién llegados del norte.

Lo que más nos llamó la atención en un principio es cómo analizaban lo sucedido en Marrakech. Ninguno de los que se lanzaron a hablar con los «gauris» aceptaban como válida la teoría de la atribución a al Qaeda. Invariablemente todos hablaban de un atentado promovido por los servicios secretos marroquíes para justificar el frenazo al proceso de reformas democráticas emprendido o comprometido por el rey Mohamed VI. Algunos culpaban del autoatentado al gobierno pero otros apuntaban directamente como responsable al propio rey. Así, sin tapujos ni dobleces, se apuntaban a una teoría conspirativa que jamás de los jamases hubiera pensado que sería plausible que calara entre las gentes de Marruecos.

Es necesario tener en cuenta que la monarquía es una institución que controla de alguna manera la vida política, social, económica y religiosa del país. Apuntar contra ella de esa manera supone disparar contra la línea de flotación del estado. Aun sin entrar a valorar el fondo del asunto y su veracidad, sólo con que flote esa opinión en la calle el asunto es suficientemente grave como para que pueda ser ignorado sin más. Pero eso no es todo, la denuncia de corrupción generalizada en todos los estamentos de la vida pública era otra constante de las informales y recurrentes conversaciones que mantuvimos nada mas pisar suelo marroquí. Aunque en cierto modo lo generalizaban e incluso comparaban con el caso español y el boom de la construcción, lo catalogaban como uno de los mayores problemas de Marruecos.

La gente está ávida de reformas y no cree que tampoco esta vez lo prometido será una realidad a corto o medio plazo. Todo lo contrario, la enorme presencia militar y policial que existe en las carreteras y plazas de todo el país les sugieren más y más represión y, por tanto, menos cambios políticos. Las huelgas, convocatorias de manifestaciones y actos de protesta se suceden por doquier. Un día se movilizan los licenciados en paro, otro los estudiantes, otro se montan huelgas de maestros, de la industria de fosfatos, de… Las medidas paliativas anunciadas o puestas en práctica no han sido suficientes. Piden que las reformas políticas no se dirijan por los mismos que ahora gobiernan, sino por personalidades independientes, que la corona juegue un papel a la española y que se produzcan avances significativos en la democracia y contra las desigualdades económicas que atenazan al país.

La diferencia sustancial con otras ocasiones es que afirman estar dispuestos a salir a la calle en masa hasta conseguir lo que piden. Quizá sean fanfarronadas de tertulias callejeras, pero lo oído de primera mano denota un grave hartazgo y una determinación clara a cambiar las cosas y luchar por ello. La superación del tabú de las casa real es, por sí solo, bastante significativo. Los poderes marroquíes deben tomar buena nota si no quieren ver el actual desencanto convertido en una imparable fuerza revolucionaria a corto plazo que arrase como un tsunami por encima de las anquilosadas estructuras estatales del reino alauí.

4 Comentarios

  1. Olvidaos del reino Hachemita.

    Quienes mueven los hilos del nuevo reparto imperial en la zona (Francia y USA), están bastante satisfechos con sus vasallos, como para buscar otros dudosos…

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