El laberinto del PP

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El Partido Popular está inmerso en una intensa espiral que le encamina irremisiblemente a la autodestrucción si sus dirigentes no se percatan de ello y son capaces de escapar de la fuerza centrífuga que los arrastra a un punto sin retorno. Su irresponsable proceder desde la pérdida de las elecciones generales, la no asunción del resultado democráticamente expresado por la mayoría de la sociedad española les está llevando a una labor de oposición irreflexiva e irresponsable que lo sitúa en posiciones realmente caricaturescas. La imagen que ahora ofrece el PP es la de un partido formado por pitufos gruñones, auténticas bombas de odio dispuestas a proyectar su bilis contra todo lo que se mueve.

Este es el caso de la actitud expresada hoy mismo por Mariano Rajoy en su solitaria negativa a apoyar el proceso de paz que podría desembocar en la definitiva desaparición del terrorismo de ETA tras 3 años sin atentados mortales y varios meses de una tregua como nunca hemos conocido en nuestro país. Las falsarias alusiones a que representan al 50% de la sociedad española y que sin ellos no se puede acometer ninguna iniciativa parlamentaria, legislativa o reformista no se sostiene tras cualquier somero análisis. En primer lugar porque tienen poco más del 20% de los posibles votos en cualquier elección, en segundo porque un partido negacionista, enrocado, inamovible, cerrado a cualquier encuentro, no puede pretender gobernar desde la oposición. Pero también podemos echar mano de los estudios demoscópicos para inferir que la caída de popularidad de Rajoy y su partido tiene bastante que ver con su apuesta por la confrontación ante el proceso de paz.

La falta de coherencia histórica está llevando al campeón de la oposición a exigirle al PSOE renuncias que nunca se exigió a sí mismo cuando tenían la responsabilidad de gobierno. No quiero ni pensar cómo vociferarían si se hubiera producido el mismo acercamiento de presos que ordenó Aznar cuando aquella famosa tregua trampa en la que le otorgó carta de naturaleza al propio MLNV. Es bien fácil recurrir a las hemerotecas para comprobar cómo la kale borroka hacía estragos nocturnos por toda Euskal Herria con una intensidad hoy desconocida. Tampoco si se hubieran producido reuniones oficiales con Batasuna para tratar asuntos de naturaleza estrictamente política. Por ello no puede entenderse la actitud actual del Partido Popular sin deducir que se anteponen criterios partidistas frente al interés general y los anhelos por alcanzar una paz justa y duradera. Dicho más crudamente, parece que el PP ha necesitado y necesita tanto de ETA que no desea su desaparición. O que ha hecho de ETA su leit motiv existencial que no puede permitir que sea otro partido el que certifique el final de la banda. O quizá que no desea el final del terrorismo porque así no tendrán que reconocer la existencia de un conflicto vasco de naturaleza social y política que hay que resolver de manera más o menos definitiva en el seno del respeto a la decisión soberana del pueblo vasco.

Cualquiera de las opciones reseñadas es igualmente terrible. Significa que ETA en activo es útil a los designios políticos de la derecha y que no se quiere aprovechar el momento coyuntural tan propicio que ahora estamos atravesando. La cuestión es si la opinión pública puede eliminar los adornos dialécticos con los que Rajoy y los suyos pretenden encubrir la cruda realidad o si el resto de formaciones políticas del estado puede hacer la suficiente pedagogía para hacer comprender que este PP no quiere la paz. Así no tendrán más remedio que subirse —a regañadientes— al carro negociador.

Pero si, finalmente, no lo hacen caben dos opciones igualmente nefastas para los intereses de la derecha. Si todo sale bien y ETA renuncia a la lucha armada sin el concurso de los populares, el castigo electoral será monumental y duradero. Y si sale mal, aún peor para el Partido Popular, el bloqueo del principal partido de la oposición ha impedido alcanzar el largamente deseado acuerdo de paz con el que nuestra sociedad lleva soñando tanto tiempo. Creo que andan metidos en un buen lío.

5 Comentarios

  1. No es tan fácil, porque si el proceso de paz finalmente fracasa, podrán decir aquéllo de «nosotros ya te lo advertimos» y poner en marcha su poderosa maquinaria propagandística para presentar a Zapatero como un tonto que se deja engañar. Y contra eso no hay pedagogía que valga.

    Por lo demás, como siempre, la argumentación del PP es de brocha gorda. Una vez que rascas un poquito en la superficie, no queda nada, el vacío más absoluto. Por ejemplo, dices: quizá que no desea el final del terrorismo porque así no tendrán que reconocer la existencia de un conflicto vasco de naturaleza social y política que hay que resolver de manera más o menos definitiva en el seno del respeto a la decisión soberana del pueblo vasco. Pero, según Rajoy, el pueblo vasco NO EXISTE, lo dice en un mitin, se queda tan ancho, y miles de personas le aplauden a rabiar. Bien, ¿no existe el pueblo vasco? ¿Y cómo empieza entonces el Estatuto de Gernika reconociendo algo que no existe? ¿Y no es el Estatuto de Gernika el paradigma de la concordia, y el Plan Ibarretxe el espíritu de la confrontación hecho letra? ¿En qué quedamos? A eso me refiero: frases facilonas de recordar, de entender y de repetir, que parece que no necesiten argumentación que las apoye porque se afirman por sí solas, pero si buscas un poquito, si hilas fino por poquito que sea, las descubres falsas enseguida. Demagogia. En eso sín son compeones.

  2. la cuestión Jéssica es poner a funcionar una maquinaria de información alternativa a tanta propaganda, el PSOE está otra vez bastante bambi para tratar de atraerlos al proceso de paz. Cuando se convenzan de que no volverán al redil democrático, tendrán que empezar a machacar sin piedad, argumentos hay de sobra para ello

  3. Es que la maquinaria de información alternativa de la izquierda siempre ha estado a años luz de la de la derecha. En propaganda nos llevan kilómetros de ventaja.

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