Periodistas indignados

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Hoy, 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, los periodistas han salido a la calle reivindicando mayor dignidad para su profesión y el fin de la sangría de miles de despidos que se han sucedido en el sector desde el inicio de la crisis. En las tertulias de radio y televisión, este ha sido uno de los temas más recurrentes, no en vano se trata de su medio natural y se han explayado a gusto en los análisis. Una loable iniciativa, sin duda. Una reacción así es lo menos que puede esperarse de cualquier colectivo de personas que amen o sientan una profesión que se encuentra en peligro. Sin embargo, salvo loables excepciones, ninguna interpretación de las que he podido oír atacaba el fondo de la cuestión.

La recesión ha pillado al periodismo en medio de una reconversión brutal provocada por la irrupción de internet en la escena mediática y la caída generalizada de los ingresos por publicidad. Pero justamente ese es parte del problema, si se pretende buscar independencia, vivir de la publicidad de empresas y gobiernos es sacrificarla en función de los intereses de estos. Un periódico no puede ser una empresa que venda espacios publicitarios, explícitos o no, a otras empresas o gobiernos. Tienen que ser mucho más que eso. La pérdida de independencia a medio plazo conlleva una grave disminución de la credibilidad y una caída del número de lectores que implica una mayor control de lo publicado por parte de las corporaciones. El resultado de este círculo vicioso es que la información acaba convirtiéndose en propaganda y es entonces cuando las personas interesadas en lo que acontece acuden a otros lugares a buscar lo que no encuentran en la prensa tradicional. Un periodista que respete de verdad su profesión no debería quejarse únicamente cuando se produce un despido, si su figura ya no es necesaria, lo lógico es que suceda lo que ahora acontece. Ha habido tiempo de reivindicar dignidad mientras repetían como papagayos las mentiras con las que nos atiborran a diario o se copiaban los textos ideados por las grandes agencias de comunicación internacionales y los grandes gabinetes de comunicación.

En la actual situación, muchas empresas de la información sobreviven únicamente porque pertenecen a grandes emporios de los que son los apéndices cuya misión es ostentar el poder necesario para favorecer sus propios negocios haciendo presión ante gobiernos o creando corrientes de opinión beneficiosas sobre productos, ideas o políticas. Así nos va. Eso tiene que acabar. Los medios o tienen que ser públicos, transparentes, participativos y democráticos, o bien deben ser comunitarios o deben pertenecer únicamente a empresas conformadas por profesionales del ramo sin vinculaciones con bancos ni corporaciones ni multinacionales. Unos códigos deontológicos potentes autogestionados y la supervisión permanente de organismos democráticos para evitar las desviaciones hoy tan frecuentes del servicio público, podrían ser algunas soluciones a la actual crisis de la información. Curiosamente, hay algunas leyes de prensa de países cercanos de Latinoamérica que van en este sentido… que también han sido machacadas por nuestros medios de comunicación tan independientes.

1 Comentario

  1. Curioso que un medio dedicado a relaizar apoliogía al terrorismo de Estado como Público abra la boca… ¿ Libertad de prensa o de trinque ?. Vayanse a cagar. 🙂

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