Neskofi Annan ha tomado el relevo de Francia, Alemania y Rusia en su oposición a los planes anexionistas de los Estados Unidos. Ha afirmado que no participará en la parodia de papel que le asigna el imperio para justificar su invasión ilegal. Cuando parecía que Rusia podría hacer valer antiguos contratos y la vieja Europa flaqueaba en su política de confrontación, la ONU ha impuesto algo de sensatez. Ya había apuntado sus intenciones con la retirada de prácticamente todo su personal de Irak, pero lo anunciado hoy por Annan supera las expectativas más pesimistas de Bush, que hace vanos esfuerzos para tergiversar la realidad del fracaso de sus inspectores en la búsqueda de armas de destrucción masiva.
En sus declaraciones efectuadas hoy mismo, ha pedido la formalización de un gobierno soberano iraquí y el fin de la ocupación antes de implicarse en la reconstrucción del devastado país. El pseudogobierno designado a dedo por los Estados Unidos no convence al secretario general de la ONU y pide su inmediata sustitución y la devolución al pueblo del control de sus recursos y su destino. Annan se ha suicidado políticamente, aunque igual se va sin el apodo con que le conocen en muchos países.
Y todavía Aznar y sus secuaces serán capaces de decir que iban a la guerra con el apoyo de la ONU.