Bahrein, sede de la V Flota de EEUU, posee una mayoría de confesión chií que permanece discriminada y alejada del poder omnímodo que ejercen los tiranos de la dinastía Al Jalifa. Con los ecos de la denominada “primavera” árabe, la población salió a las calles a pedir democracia y fueron masacrados por sus gobernantes. Para aumentar la represión, EEUU y Arabia Saudí organizaron la invasión del país y así poder preservar sus obediencias a los designios del imperio. Y así permanece desde entonces. Llegaron incluso a volar el símbolo de las protestas democráticas en la Plaza de la Perla para borrar todo vestigio de reclamación democrática.
Pero estos días han ido mucho más lejos. En vez de buscar una salida política, los patrocinadores de la democracia en Siria —EEUU, Israel y los estados del Golfo— pretenden que la anexión de Bahrein por Arabia Saudí sea definitiva, tratar así de diluir la mayoría chií entre la población sunita y asegurarse que las fuerzas militares de la dictadura de Al-Saud mantienen intactos los intereses norteamericanos sin tener que emplearse ellos mismos en invasiones ni represiones directas. Arabia Saudí ya tiene experiencia en la represión de su minoría chiíta, que justamente ocupa una de las zonas petroleras más importantes del país. Todo indica que los planes de Bush para el rediseño de los mapas de Oriente Medio está siendo implementado por Obama al pie de la letra…
Bla, bla, bla… Bahrein es, de hecho, una provincia saud con patrocinio yankee, puesto que a los Khalifa les es imposible controlar ese territorio por si mismos.