Marcha atrás
Ayer mismo decía en esta misma bitácora que los EEUU iban a manejar la mayoría del dinero recaudado en la conferencia de Madrid. Esa era una de las razones por las que las expectativas de cubrir las necesidades de reconstrucción no se iban a cumplir ni de lejos. Hoy tratan de dar un giro a la cuestión y anuncian la creación de un organismo en manos del Banco Mundial, la ONU y en las de ellos mismos para controlar el dinero y los contratos que ahora se otorgan únicamente a Halliburton (la antigua empresa de Cheney), sus filiales y empresas similares muy cercanas a la oligocracia que reina en esa república bananera que llaman los Estados Unidos de América.
Centristas y democráticos ¿os suena de algo?
La extrema derecha de centro ha ganado las elecciones en Suiza. Muchos se rasgan las vestiduras, hablan de terremoto o cataclismo político, pero no entiendo por qué. Ya tenemos a Bush en la capital del imperio, a Berlusconi en Italia o a Aznar en España; por citar sólo a algunos líderes mundiales que ocupan ese mismo espacio político. Que no se nos asuste nadie en las españas porque después de la consecución de la mayoría absoluta en los últimos comicios generales le hemos visto la cara más real y cruda a los populares. Su viaje al centro fue únicamente una historia de marketing coyuntural que no resiste análisis serio alguno: decretazos, PER, guerras ilegales, control mediático, censura, cazas de brujas, centralismo nacionalista, OPUS, legionarios de Cristo… Mientras, la izquierda plausible, sin articular, dividida y enfrentada, ve cómo un partido que recoge todas las sensibilidades desde la extrema hasta ciertos liberalismos socialcristianos se hace con el control total y cierra sus garras sobre cualquier atisbo de poder que aún se le escapa, incluido el empresarial o el judicial. Lo ocurrido en Suiza ha sido simplemente la eliminación de la cara más amable de la derecha gobernante. Y teniendo en cuenta que allí hasta el más tonto hace relojes, a lo mejor sí que tenemos que empezar a preocuparnos. Aunque siempre es preferible enfrentarse a un enemigo desnudo que a un lobo con piel de cordero