Hurra por y para Bush

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Con objeto de tratar de mejorar la imagen de los Estados Unidos, el gobierno americano ha montado una cadena de televisión pública. Hasta ahí, todo normal. Nada más que ver a Televisión Española, su condenada parcialidad y el sentimiento expresado públicamente por la inmensa mayoría de su plantilla laboral, para ver que se trata de un fenómeno al menos habitual entre la clase política.

Algo más raro resulta usar una cadena pública para atacar al sistema político de otro país. Pero tampoco el fenómeno es ajeno. Los esfuerzos para invadir la ionosfera cubana desde Miami son largamente conocidos. Radio Martí —qué desfachatez— lleva muchos años tratando de desestabilizar al gobierno cubano mediante la guerra electrónica comunicativa y se ha hablado largamente de convertirla en TV Martí, aunque dado el fracaso de la emisora y su capacidad para ser puesta fuera de juego desde la isla, es posible que nunca se llegue a poner en marcha.

La utilización de Hollywood para extender el american way of life por todo el planeta y el grado de proteccionismo de esta industria frente al cine extranjero mediante la prohibición del doblaje es igualmente brutal. Las conexiones del establishment de la farándula oficial con los lobbys que gobiernan de facto en Norteamérica e incluso con el Pentágono no son nuevas. La máquina de guerra y la máquina de propaganda han ido de la mano desde mediados del siglo pasado. Las facilidades para el rodaje de cine bélico (asesoramiento, préstamo de material, escenarios reales…) se convierten en trabas cuando se trata de películas independientes o alejadas de la doctrina oficial. De temas de financiación, por obvios, mejor ni hablaremos.

Sin embargo, esta vez han dado un paso mucho más allá. Hace un par de días salió al aire la cadena de televisión Al Hurra, la televisión libre. Una entrevista a Bush sirvió para hacer las veces de inauguración y dar unas pinceladas de por dónde iba a ir la línea editorial de la emisora. La hostilidad del mundo árabe hacia los Estados Unidos se debe, según la visión miope de sus dirigentes, a la competencia de Al Yazira y Al Arabiyya, cuya política antinorteamericana ha calado en las conciencias de los pueblos del área.

Como si las denuncias del apoyo continuado a las dictaduras más sanguinarias de Oriente Medio y a los gobiernos genocidas de Israel fueran sólo espejismos del desierto magnificados por las cadenas árabes más progresistas. Difícilmente podrán contrarrestar desde Al Hurra las imágenes de los presos de Guantánamo, de los niños palestinos muertos, de la inestabilidad creada en el Irak invadido, del muro de la vergüenza, las ADM de Israel, las amenazas de agresión a Siria e Irán… Cualquier intento de esconder la cruda realidad será vano. 62 millones de dólares robados a las menguantes políticas sociales americanas se tirarán a la basura. Suma y sigue, Bush.

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