A falta de fotografías satélite de laboratorios móviles donde el malvado régimen iraní supuestamente fabrica su armamento atómico con las que engañar a los siempre crédulos mandatarios de la Asamblea General de la ONU, este año Netanyahu se ha pasado al cómic para ilustrar sus disparatadas teorías belicistas.
En un alarde de inteligencia y dominio tecnológico, Bibi ha desplegado un complejo gráfico multimedia sobre el programa nuclear militar iraní que ha osado completar el solito sobre el estrado con un edding rojo sangre del calibre 24, demostrando inequívocamente al auditorio el estado actual de la construcción de las bombas atómicas persas.
El objetivo de la burda puesta en escena del primer ministro de Israel no era otra que conminar a Obama a que delimitase una línea roja que no permitiría a Irán atravesar bajo ningún concepto, lo que equivaldría al inicio de una nueva guerra en la zona que, seguramente, tendría carácter regional, o según muchos analistas, mundial. Aunque dado que todo se trata de una invención no basada en prueba alguna, seguro que Netanyahu se encargaría de inventarse cuándo supuestamente la república Islámica transgrediría esa línea imaginaria pintada magistralmente a rotulador.
No obstante, algunos han querido ver en la intervención de Netanyahu un cierto carácter conciliador, ya que ha vuelto a dilatar los tiempos del futuro ataque para no incomodar aún más a Obama en plena campaña electoral que ni siquiera ha concedido al dirigente israelí una cita durante los días de estancia en EEUU por los siempre socorridos «problemas de agenda».
