Aún es muy pronto para saber quién asesinó al jefe de la inteligencia libanesa. Probablemente no lo sabremos nunca. De momento todas las fuerzas del avispero libanés han acusado a sus adversarios del atentado terrorista y, a priori, a ninguno les falta razón para hacerlo. Y es que un personaje tan poliédrico como Al Hassan ha pisado tantos charcos durante su carrera político-militar que enemigos no le faltaban en ningún bando.
En principio la prensa occidental se ha lanzado en turba para acusar a Siria y, aunque parezca la hipótesis más plausible, la experiencia demuestra que no siempre las explicaciones más fáciles son las que se corresponden con la realidad. Tenemos el caso del asesinato de su anterior mentor Rafik Hariri, del que responsabilizaron a Siria a pesar de ser el país más perjudicado por la operación y haber demostrado Hezbollah sin lugar a dudas que Israel hacía un estrecho seguimiento del ex presidente libanés poco antes de producirse un atentado con coche bomba de connotaciones parecidos a este. Declaraciones de espías capturados por Líbano que trabajaban para Israel y de miembros del Mossad apuntan en ese sentido pero, sobre todo, son bastante concluyentes las imágenes hackeadas por la inteligencia chií de aviones espía sionistas que fotografiaron casualmente incluso el lugar exacto del atentado.
Wissam Al Hassan no era un pobre angelito. Entre otras cosas era uno de los responsables de la introducción de terroristas y mercenarios yihadistas extranjeros para luchar contra Siria y el enlace fundamental con la inteligencia Saudí —a cuya cabeza estaba el desaparecido Bandar Bin Sultán, posiblemente eliminado tras un atentado en Ryad en respuesta al mayor ataque de al Qaeda en Damasco—. Aunque estuviese en un cargo de responsabilidad en la seguridad del país, su agencia estaba financiada por EEUU y sus aliados hasta el punto de que actuaba al margen y hasta de espaldas al estado, obedeciendo más a los Hariri que a la cúpula política o militar de Líbano. Estuvo directamente implicado en el cocinado de las supuestas pruebas y en los testigos falsos que implicaron a Siria y a Nasrallah en el asesinato de Hariri y que le costaron la cabeza al irresponsable de la ONU que «investigaba» el magnicidio.
Pero el modus operandi también da muchas pistas sobre la autoría de su muerte. Al Hassan se despojó de su convoy de blindados y fue a una cita sin protección, en un coche de alquiler por un itinerario concreto que llenaron de coches bomba. Acababa de llegar del extranjero, nadie sabía dónde estaba, su reunión era secreta. ¿Cómo pudieron sus enemigos controlar esos datos sin apuntar directamente a su círculo más íntimo de confianza? Quizá incluso fueron los mismos que le citaron.
Se impone pues una pregunta, la clásica pregunta que hay que hacerse siempre en estos casos. ¿Quid prodest? ¿A quién beneficia o podría beneficiar este ataque? Está claro que ha sido instrumentalizado por la Coalición 14 Marzo (a cuya cabeza está Saad Hariri) para echar al primer ministro Mikati. Los llamamientos a la rebelión efectuados a través de sus medios de comunicación para expulsar al primer ministro tuvieron eco entre los falangistas cristianos, algunos sunitas y, por las banderas y estandartes que portaban, a miembros y simpatizantes de al Qaeda. Hariri jr. con el atentado trató de lograr en la calle lo que perdió en lid parlamentaria, aunque le salió el tiro por la culata al no encontrar apenas apoyos externos significativos. Si llega a triunfar el más perjudicado a nivel regional habría sido precisamente Siria. Aunque el gobierno actual no controla del todo el país y sigue siendo una fuente armas para los mercenarios, terroristas y rebeldes, la mayoría de las instituciones libanesas están, sobre el papel, del lado del gobierno legítimo sirio. El grave error del primer ministro Mikati fue no haberlo destituido al llegar al poder como le pidieron las fuerzas mayoritarias del parlamento surgido tras las elecciones. Quizá fue un gesto hacia occidente y los países del Consejo de Cooperación del Golfo, una jugada para demostrar que no estaba en manos de Hezbollah… quien sabe.
Personalmente, me inclino por la opción de la atribución a aquellos que juegan la carta de la extensión del conflicto sirio para justificar una intervención internacional más global. Y es ahí donde Estados Unidos, Francia, Israel y al Qaeda como brazo armado juegan el papel más determinante.
Los malos perdedores de la crisis siria
por Thierry Meyssan
En 2010, Francia decidió retomar su política colonialista. Esa decisión la llevó a cambiar el régimen en Costa de Marfil, en Libia y, posteriormente, a tratar de hacer lo mismo en Siria. Ante el fracaso de la tercera operación, París está viéndose arrastrado en Siria por los hechos que anteriormente provocó por voluntad propia. Después de haber armado, entrenado y dirigido grupos terroristas en Siria, los servicios de inteligencia de Francia asestan un golpe en pleno corazón de la capital libanesa.
RED VOLTAIRE | BEIRUT (LÍBANO) | 28 DE OCTUBRE DE 2012
FRANÇAIS PORTUGUÊS DEUTSCH
Imagen de desolación en Beirut durante el atentado perpetrado en el barrio cristiano de Achrafieh. Después de identificarlo mediante sus efectos personales, las autoridades anunciaron la muerte del general Wissan el-Hassan. Ningún examen médico legal ha permitido determinar, sin embargo, si la víctima se hallaba efectivamente en su automóvil. Supuestamente, el general libanés acababa de regresar ese mismo día de París, donde se reunió con el general Benoit Puga, pero las autoridades a cargo del control de las fronteras no tienen constancia de su llegada al Líbano.
En una mesa redonda realizada en Ankara, el almirante James Winnefeld, vicepresidente del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas estadounidenses, confirmó que Washington revelará sus intenciones con respecto a Siria únicamente después de la elección presidencial del próximo 6 de noviembre. El almirante dejó entender claramente a sus interlocutores turcos que ya se negoció con Moscú un plan de paz, que Bachar al-Assad se mantendrá en el poder y que el Consejo de Seguridad de la ONU no autorizará la creación de zonas-tapón. Por su parte, el secretario general adjunto de la ONU a cargo de las operaciones de paz, Hervé Ladsous, confirmó que está estudiando el posible despliegue de cascos azules en Siria.
Todos los actores de la región están preparándose por lo tanto para un cese del fuego impuesto por una fuerza de la ONU conformada con tropas de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán). Eso significa concretamente que Estados Unidos prosigue su retirada de la región, retirada que comenzó por Irak, y que Washington acepta compartir con Moscú su influencia en el Medio Oriente.
Simultáneamente, el New York Times reveló que se reactivarán las negociaciones directas entre Washington y Teherán, precisamente en momentos en que Estados Unidos se dedica a sabotear la moneda iraní. Dicho por lo claro, al cabo de 33 años de containement, Washington admite que Teherán es una potencia regional con la que no queda más remedio que sentarse a conversar, lo cual no le impide seguir tratando de sabotear la economía iraní.
Esta nueva repartición de las cartas del juego va en detrimento de Arabia Saudita, Francia, Israel, Qatar y Turquía, países que apostaron a fondo por el cambio de régimen en Damasco. Esta heteróclita coalición se divide ahora entre los que reclaman un “premio de consolación” y los que tratan de sabotear el proceso que se ha puesto en marcha.
Ya en este momento, Ankara ha cambiado de tono. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan, que antes decía estar dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias, ahora trata de reconciliarse con Teherán y con Moscú. El mismo Erdogan que hace tan solo unos días insultó a los iraníes y ordenó maltratar a los diplomáticos rusos en su país, ahora se deshace en sonrisas. Aprovechó la Cumbre de la Organización de Cooperación Económica celebrada en Bakú para entrevistarse con el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad. Y le propuso la creación de un complicado dispositivo de discusión sobre la crisis siria, lo cual permitiría a Turquía y a Arabia Saudita no quedarse “a pie”. Para no humillar a los perdedores, el presidente de Irán se mostró abierto a esa iniciativa.
Qatar, mientras tanto, ya está en busca de nuevos espacios para sus ambiciones. El emir Hamad se fue a Gaza a posar como protector del Hamas. No le desagradaría que el rey de Jordania fuese derrocado y que el reino hachemita se transformase en una república palestina, cuyo gobierno podría poner entre las manos de sus protegidos de la Hermandad Musulmana.
Quedan Israel y Francia, que han formado un frente de rechazo. La nueva configuración del juego regional garantizaría la protección del Estado israelí, pero pondría fin a su particular estatus en la escena internacional y arruinaría sus sueños expansionistas. Tel Aviv caería entonces al rango de potencia secundaria. En cuanto a Francia, esta perdería su influencia en la región, incluyendo el Líbano. Es en ese contexto que los servicios secretos de Francia e Israel concibieron una operación destinada a hacer fracasar el acuerdo entre Estados Unidos, Rusia e Irán. Y aunque la operación misma no arrojara el resultado deseado, al menos permitiría de todas maneras borrar las pruebas de la injerencia en la crisis siria.
Francia hizo correr primeramente el rumor de que el presidente sirio Bachar al-Assad había ordenado al Hezbollah proceder al asesinato de 5 personalidades libanesas: el jefe de las Fuerzas de Seguridad Interna (FSI), el director de las fuerzas del ministerio del Interior, el gran muftí, el patriarca maronita y el ex primer ministro Fouad Siniora. París sacrificó después a Michel Samaha –quien, después de servirle de agente de enlace con los servicios de inteligencia sirios, había caído en desgracia en Damasco perdiendo así su utilidad para los franceses. Este brillante y versátil político cayó en la trampa tendida por el general Wissam el-Hassan –jefe de las FSI y además agente de enlace con los salafistas. Para terminar, París sacrificó al propio general Wissam el-Hassan que, además de pasar a ser una pieza inútil en caso de restablecimiento de la paz en Siria, se había convertido en un peligro porque sabía demasiado. Se concretó así el rumor que los mismos franceses habían echado a rodar: fue asesinado el primero de la lista y una personalidad considerada prosiria ha sido arrestada y acusada de preparar un atentado contra otro de los personajes que figuran en la misma lista.
Como en Estados Unidos, donde Robert Gates –nombrado secretario de Defensa por George W, Bush– garantizó la continuidad política manteniéndose en el cargo bajo la administración Obama, en Francia el general Benoit Puga también se mantiene en el cargo, lo mismo a la sombra de Sarkozy que bajo la del presidente Hollande.
Toda esta maquinación gira alrededor del general francés Benoit Puga. Este ex comandante de las Operaciones Especiales y director de la Inteligencia Militar francesa fue jefe del estado mayor particular del ex presidente Nicolas Sarkozy y el nuevo presidente francés, Francois Hollande, lo ha mantenido en ese cargo. Dando muestra de un apoyo incondicional a la colonia judía de Palestina [1] y de las relaciones privilegiadas que mantiene con los neoconservadores estadounidenses, el general Benoit Puga reactivó la política colonial de Francia en Costa de Marfil, Libia y Siria. Fue el agente encargado de atender, simultáneamente, a Michel Samaha y a Wissam el-Hassan. Y es actualmente el hombre fuerte de París. En lo que constituye una violación de la institucionalidad democrática, el general Puga gobierna en solitario la política de Francia en el Medio Oriente, a pesar de que esa atribución no forma parte de sus funciones oficiales.
Thierry Meyssan
Fuente
New Orient News (Líbano)