Los opositores siguen enfrentándose con simpatizantes de Morsi
“La gente está en la calle intentando retomar la raíz de la revolución que Morsi ha secuestrado”. Así explica el analista Juan Luis González Pérez, en declaraciones a RT, el origen de los violentos disturbios que sacuden la capital de Egipto por segundo día consecutivo.
El palacio presidencial en El Cairo, escenario principal de los enfrentamientos entre simpatizantes y opositores del mandatario egipcio durante los dos últimos días, esta siendo acordonado con alambre de espino, mientras en la zona se despliegan tanques, vehículos blindados y tropas del ejército regular.
Este jueves por la tarde las protestas fueron prohibidas, pero la calma no reina en la zona. La familia del presidente fue evacuada a la provincia de Sharkiadesde ciudad de Zaqaziq, debido a los violentos ataques lanzados por los opositores contra su residencia.
“El pueblo hacía la revolución en demanda de democracia, de libertad. Es una pena que, después de casi mil muertos durante la represión de las manifestaciones por Mubarak, ahora se estén repitiendo los mismos hechos”, acentúa Pérez.
El analista precisa que, a pesar de haber ganado las elecciones y contar con un amplio apoyo popular, el presidente “no tiene derecho a cambiar todas las reglas del Estado él solo”. Según él, lo que ocurre ahora es que una dictadura militar está siendo sustituida por una dictadura integrista, insiste en que la gente tiene toda la razón para sentirse decepcionada, sabiendo que su revolución no sirvió para nada.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/80403-egipto-pueblo-resucita-revolucion-secuestrada-morsi
Como podéis imaginar, los Hermanos Musulmanes son el brazo armado de EEUU e Israel en la región:
¿Un golpe estadounidense en Egipto?
As’ad AbuKhalil
Al-Ajbar
Traducción para Rebelión de Loles Oliván
Lo que está sucediendo en Egipto requiere una contextualización histórica. Cuando Sadat se hizo con el cargo por primera vez después de Naser, en 1970, sus posibilidades de sobrevivir en el poder eran nulas. No tenía altura política ni base de poder propia. Comenzó a edificar su poder en 1971, cuando anunció la existencia de una amplia conspiración izquierdista por parte de los asesores principales de Naser (él los llamó “marakiz al-qiwa”, centros de poder). El caso se fundó en grabaciones secretas de conversaciones telefónicas. Nunca se supo si antes el gobierno de Estados Unidos había suministrado a Sadat las “pruebas” para ayudarle a eliminar a sus rivales naseristas. Solo un año después, Sadat ordenó la expulsión de los asesores soviéticos de Egipto, probablemente como pago al gobierno estadounidense. El resto de la historia de Sadat y Mubarak es demasiado bien conocida: el gobierno de Estados Unidos ayudó a construir y supervisar el estado de seguridad represiva de Egipto, que se convertiría en la piedra angular de las políticas de Estados Unidos e Israel en Oriente Próximo.
Es demasiado pronto para analizar la naturaleza del régimen egipcio de Mubarak pero hay algunas señales e indicaciones claras. El gobierno de Estados Unidos ha llegado a la conclusión de que él (e Israel) pueden hacer negocios con los Hermanos Musulmanes siempre y cuando no toquen ni interfieran en la política exterior de Sadat y Mubarak. El servicio de inteligencia egipcio lo ha construido Estados Unidos y opera como una extensión de la agencia de la CIA en Egipto. Es justo decir que la Hermandad Musulmana ha permitido al servicio de inteligencia mantener el control sobre la política exterior de Egipto. Los nombramientos de altos cargos en el Ministerio de Asuntos Exteriores se han llevado a cabo por el aparato de la mujabarat [servicios secretos] y los ministros de Asuntos Exteriores del nuevo Egipto son graduados de la escuela diplomática de Sadat. El gobierno y el Congreso estadounidenses han dejado muy claro que el único criterio que le importa a Estados Unidos es que se preserve el tratado entre Egipto e Israel.
Pero la Hermandad Musulmana necesitaba tiempo para demostrar su lealtad y sumisión a los intereses de seguridad de Estados Unidos y a sus órdenes. Estados Unidos observaba muy de cerca y los observadores árabes tenían muy claro que los Ijuan [Hermanos Musulmanes] se estaban sometiendo a un rápido cambio de imagen. Atrás quedaron los discursos sobre la yihad con su grotesca retórica antisemita y las habituales referencias islamistas a “los descendientes de los simios y los monos”; apareció una nueva insistencia en la necesidad de respetar “los tratados y obligaciones internacionales”. Obviamente, las referencias redundantes por parte del nuevo gobierno egipcio a respetar los “tratados internacionales” no estaban relacionadas en modo alguno con los tratados bilaterales de Egipto con los países africanos y asiáticos. Se convirtió en un eufemismo o en un mediocre lenguaje codificado para el nuevo gobierno de los Ijuan: se envió como señal a Estados Unidos de que están dispuestos a mantener las mismas políticas exteriores de Mubarak y Sadat a cambio de apoyo en el poder.
La Hermandad envió emisarios a Washington DC y mantuvo conversaciones con destacados miembros del establishment sionista en la ciudad. El senador John McCain (un hombre a la derecha de Ariel Sharon), se convirtió en un repentino defensor de los Hermanos Musulmanes en Estados Unidos y fue regularmente a la Fox News para promover la idea de una “Hermandad musulmana moderada”. El FMI (un mero instrumento de la política exterior estadounidense) se unió al coro rápidamente y prometió un préstamo generoso a cambio de un buen comportamiento.
Pero la guerra de Gaza fue la oportunidad de oro: pasarían años antes de que realmente supiéramos cómo estalló la guerra de Gaza y cómo se gestionó, pero los Ijuan se ganaron la confianza de Estados Unidos y de Israel con gran rapidez. Tras la salvaje guerra de Israel contra Gaza, los Hermanos Musulmanes y los predicadores de la guerra santa contra los judíos —esa es la retórica clásica de los Hermanos Musulmanes— argumentaron que la llamada del gobierno de Mursi al embajador egipcio en Israel es la respuesta más fuerte posible, muy parecida a la línea de argumentación de la política exterior de Mubarak. La Hermandad trabajó muy de cerca con el gobierno de Obama y los sionistas de Estados Unidos colmaron de elogios al gobierno de Mursi y al nuevo comportamiento responsable de los Hermanos Musulmanes.
Fue sólo unos días después de la guerra de Gaza cuando Mursi presentó sus decretos. Y la reacción de Estados Unidos fue bastante similar a su reacción cuando alguno de sus clientes represivos de la región recurre a medidas represivas. Peor aún, el gobierno de Estados Unidos reaccionó de la misma manera que reaccionó cuando los manifestantes salieron a las calles por primera vez contra el régimen de Mubarak. Al igual que el gobierno de Obama condenó con celeridad la “violencia” de los manifestantes egipcios contra Mubarak (y no viceversa), el gobierno de Obama volvió a advertir a los manifestantes (y no al régimen) contra el recurso a la violencia. Los medios sionistas rápidamente siguieron el ejemplo. The New York Times publicó una imagen en primera plana de un activista de la Hermandad Musulmana rescatando a un herido: los árabes ridiculizaron extensamente la imagen porque en el mismo día, la prensa árabe mostraba varias imágenes de matones de los Ijuan golpeando a manifestantes pacíficos en El Cairo. Y The New York Times se ha mostrado tan complacido con el comportamiento de Mursi vis-à-vis Israel que ha considerado el montaje de tiendas de campaña y los garabatos de los graffiti anti-Mursi como actos de violencia por parte de la oposición.
No hay pruebas hasta el momento de que Estados Unidos haya estado involucrado en el golpe de Mursi, pero hay una clara evidencia de que los dos gobiernos han estado trabajando en estrecha colaboración. Varios emisarios de Mursi fueron enviados a Washington DC y Mursi notificó al gobierno estadounidense su decisión antes de que el decreto fuese anunciado a la opinión pública egipcia. No es improbable que Estados Unidos haya actuado en connivencia con Mursi con el fin de reconstruir el estado de seguridad represiva que tan útil ha resultado a Israel durante décadas. Es posible que Estados Unidos ajuste sus relaciones en la región a fin de incorporar a los regímenes de los Ijuan en el sistema represivo regional pro-estadounidense establecido. La sospecha de un papel estadounidense en el gobierno de Mursi es ampliamente compartida entre los egipcios, y ello explica que muchos de los manifestantes fueran a la embajada de Estados Unidos a protestar, pero fueron apartados por los matones de la seguridad de Mubarak-Mursi.
Fuente: http://english.al-akhbar.com/blogs/angry-corner/american-coup-egypt
Morsi, el nuevo títere de Washington
Estados Unidos busca a su nuevo hombre en El Cairo
Los intereses de Washington, Israel y el FMI en Egipto
Olga Rodríguez
15/12/2012 – 08:57h
Viñeta irónica que muestra a Morsi aferrado al Tratado de Camp David y al FMI
El presidente egipcio Mohamed Morsi puede ser el nuevo hombre de Estados Unidos en El Cairo. A estas alturas ya ha demostrado fidelidad a Washington en los dos asuntos que más preocupan a la administración Obama: el tratado de paz de Camp David y el modelo económico del país.
1.- El modelo económico:
Durante años los dirigentes de los Hermanos Musulmanes obtuvieron popularidad rechazando y criticando el intervencionismo económico occidental, las injerencias del Fondo Monetario Internacional y, por supuesto, el sionismo israelí y el apoyo de Occidente a las políticas de Israel. “Si no cumplo, no me obedezcáis”, advirtió Morsi cuando se postulaba como candidato presidencial. Ahora, tan solo seis meses después, su popularidad se ha visto menguada en ciertos sectores, y sus promesas parecen olvidadas.
“Cuando aún estaban en el Parlamento, los Hermanos Musulmanes se movilizaron en contra de las ‘ayudas’ del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, y ahora las acogen en forma de préstamo de 4.800 millones de dólares”, denunciaba esta semana el activista y periodista egipcio Hossam El-Hamalawy.
Que a Estados Unidos y al poder financiero internacional les importa qué modelos económicos adopten otros países no es ningún secreto. No hay más que ver cómo a lo largo de las últimas décadas se ha intervenido de forma más o menos invasiva en diversas naciones -a veces con doctrinas del shock incluidas- con el simple objetivo de asegurar ventajas para la inversión extranjera y anular cualquier posibilidad de oveja descarriada que pudiera surgir en zonas como Latinoamérica o el tan preciado tablero de ajedrez de Oriente Medio, donde las grandes potencias han llegado a disputarse liderazgos mundiales.
Ya hace un año, la embajadora estadounidense en El Cairo afirmaba que el apoyo de la Hermandad a la economía de libre mercado ‘era esperanzadora’. Ahora, el presidente Morsi, procedente de la Hermandad musulmana, se ha mostrado decidido a cerrar un acuerdo para acatar las imposiciones del Fondo Monetario Internacional a cambio de 4.800 millones de dólares. El FMI está esperando a ver cómo se desarrolla el referéndum constitucional que se vota este sábado para dar el ok al préstamo.
2.- El Tratado de Camp David:
Egipto firmó la paz con Israel en 1978, con Estados Unidos como mediador e impulsor del acuerdo. Aquella rúbrica libró a Israel de un enemigo regional y le dejó el camino libre para impulsar la ocupación de los territorios palestinos. Washington recompensó a ambos con suculentas ayudas militares que se mantienen a día de hoy.
Tel Aviv incumplió parte de sus compromisos adquiridos en los acuerdos de Camp David, pero eso fue -y es- lo de menos para la comunidad internacional occidental. Lo importante era tener atado a un país (Egipto) que, si fuera libre y organizara un referéndum para decir sí o no a su alianza con Israel, probablemente elegiría dar la espalda a Israel mientras éste continuara ocupando ilegalmente territorios palestinos.
Por eso, cuando estallaron las revueltas de 2011 y Hosni Mubarak vio tambalear su trono, Tel Aviv puso el grito en el cielo.
Ahora, tras unos primeros meses de tanteo, Estados Unidos respira tranquilo. Morsi no ha amenazado públicamente con romper Camp David y de hecho se ha comprometido a mantenerlo vigente, ha colaborado con el Ejército israelí en la lucha contra bandas armadas en el Sinaí y ha sostenido acuerdos estratégicos con Washington en materia militar y de espionaje.
La mediación de Morsi durante los ataques militares israelíes a Gaza, arropada por la administración estadounidense, ha servido para garantizar el sello de la alianza con Estados Unidos. Clinton y Obama felicitaron públicamente a Morsi, y él aprovechó para anunciar el ‘decretazo’, por el que se garantizaba inmunidad ante cualquier decisión judicial.
Mientras tanto (y no por casualidad) la revista estadounidense Time elegía a Morsi para su portada, con una extensa entrevista en páginas interiores en la que calificaba al presidente egipcio como el hombre más importante de Oriente Medio. «Usted está ahora en el escenario mundial», le dice el entrevistador.
Morsi supo extraer beneficios del momento y se apresuró a acelerar el proceso para la aprobación de la Constitución, ya sin el poder judicial como obstáculo. El panel redactor de la Carta Magna, integrado por sus aliados islamistas, anunció que el borrador estaba listo y se fijó la fecha del 15 de diciembre para la celebración de un referéndum en el que los egipcios tienen que decir sí o no al texto constitucional.
El ‘decretazo’ de Morsi y el borrador de la Constitución desataron la indignación en importantes sectores de la sociedad egipcia y de la oposición política. La tensión, la presión, los enfrentamientos, las manifestaciones, obligaron finalmente a Morsi a recular y a retirar el ‘decretazo’. Pero el resto del proyecto sigue adelante: el referéndum se celebra, como estaba previsto, este sábado 15 de diciembre. El único cambio es que habrá dos jornadas de votación; la segunda está prevista para el 22 de diciembre.
Diversos sectores egipcios acusan a Estados Unidos de estar dispuesto a apoyar a Morsi a cualquier precio, a cambio de que éste garantice el statu quo regional y el mantenimiento de los acuerdos de paz de Camp David entre El Cairo e Israel.
Tuit del bloguero egipcio Sandmonkey
«Queridos estadounidenses, las milicias de la Hermandad Musulmana están otra vez amenazando a los pacíficos manifestantes. ¿Es un alto el fuego en Israel merecedor de nuestra sangre?», se preguntaba hace unos días en Twitter el conocido bloguero Mahmoud Salem, alias Sandmonkey, en referencia al apoyo de Washington al presidente egipcio como mediador para conseguir el alto el fuego en Gaza.
“Queridas potencias mundiales, no permitiremos un ‘escenario Jomeini’ en Egipto, no importa lo que mucho que os gustaría. Dejad de apoyar a vuestro dictador”, decía esta semana Philip Ritz, activista egipcio e impulsor del colectivo Mosireen.
Con esta frase, Ritz hacía referencia a los acontecimientos ocurridos en el Irán de 1979, cuando estalló una revolución en la que los grupos de la izquierda jugaron un papel importante. El temor a que el socialismo tomara las riendas del país persa llevó a Estados Unidos, Reino Unido y Francia a apoyar el regreso a Teherán del ayatolá Jomeini desde su exilio en París. Lo que podía haber sido una revolución socialista derivó en una revolución islámica. Algunos activistas egipcios temen que se produzca una situación similar en su país.
«Estados Unidos e Israel preferirán siempre a los Hermanos Musulmanes antes que el triunfo de una revolución socialista en Egipto», me comentó en El Cairo ya hace unos meses la veterana feminista egipcia Nawal El Saadawi.
Que en Egipto se hayan producido nuevos casos de represión contra manifestantes, que Morsi haya incumplido promesas, que el borrador de la Constitución egipcia que se vota en este referéndum permita juzgar en tribunales militares a civiles, que ponga serios obstáculos a la creación de sindicatos independientes, que limite la libertad de expresión e información o que no prohíba de forma explícita la discriminación por razones de género, sexo, origen o religión, no tiene por qué preocupar a Estados Unidos y sus aliados, mientras El Cairo siga prometiendo fidelidad a Washington.
Como ya hace un año decía la propia embajadora estadounidense en Egipto, “los acuerdos de paz de Camp David son absolutamente fundamentales para la paz en toda la región. Si no tienen éxito, las demás cuestiones serán inmateriales. Es realmente importante, no tiene por qué ser una gran historia de amor, pero tiene que ser una relación pacífica”.
Todo lo demás, es secundario para la realpolitik estadounidense. Lo sabe bien Arabia Saudí, esa monarquía absolutista con la que Occidente mantiene excelentes relaciones políticas y comerciales.
Si los Hermanos Musulmanes «cumplen», Washington tendrá en ellos un aliado regional, amigo a su vez de Qatar y de Hamás. Si no «cumplen», siempre estará el plan B: el Ejército egipcio, hasta ahora fiel servidor de Estados Unidos en la sombra. Son estos dos escenarios contra lo que luchan y protestan diversos movimientos sociales impulsores de las revueltas de 2011.
http://www.eldiario.es/zonacritica/gran-historia-amor-relacion-pacifica_6_78802143.html