Los locos suicidas de la troika acaban de meter, una vez más, la pata hasta el fondo. En su afán por asegurar la reelección de Merkel, han creado un problema donde no lo había —al menos de esta magnitud— y han logrado que una economía que supone sólo el 0,2% de la UE ha disparado todas las alarmas, han puesto de nuevo al euro en el centro de todos los ataques y han creado otra crisis institucional de incierto desenlace.
La bolsa se ha hundido estos días, la prima de riesgo está en escalada ascendente. Las escasas garantías que quedaban a la población en relación con su dinero han sido dinamitadas de un plumazo. Por imposición alemana se vulneran leyes como la que garantiza los depósitos bancarios de menos de 100.000 euros o se establecen corralitos bancarios. Por mucho que hayan salido en tromba los ministros de economía a tranquilizar a sus poblaciones diciendo que jamás se tocarán sus ahorros, carecen de legitimidad en tanto en cuanto todos votaron por unanimidad en el Eurogrupo el atraco a mano armada a los ciudadanos de Chipre en vez de tocar a los accionistas de los bancos o a los fondos de aquellos extranjeros —rusos, ingleses o griegos— que han usado a Chipre como un paraíso fiscal para lavar dinero de dudosa o ilícita procedencia.
El gobierno chipriota, del total agrado de la Fuhrer Merkel, ha sido sometido a un chantaje en toda regla aunque, finalmente no se atrevió a machacar a su propia ciudadanía y optó por abstenerse en las votación parlamentaria que santificaba la ascensión de un nuevo y peligroso peldaño del robo a mano armada al pueblo europeo. El resto del parlamento, unanimemente, se ha opuesto a dar un tinte de legalidad al latrocinio impuesto por la troika coincidiendo con el sentir popular expresado en las protestas de la calle.
El hecho es que uno de los países más pequeños de la Unión Europea ha hecho algo que, hasta la fecha, ningún otro ha podido hacer: plantar cara al Reich alemán. Igual al final tienen que dar marcha atrás, las fuerzas que enfrentan son muy poderosas, pero el desenlace está totalmente abierto. Lo que parecía un aviso a navegantes de lo que podría pasar en todo el sur del Viejo Continente, quizá se haya truncado en un aviso de los antiguos navegantes del mediterráneo a los todopoderosos bárbaros del centro y norte europeos. Aunque sea por poco tiempo, el miedo ha cambiado de bando. Quizá sea Alemania quien deba salirse del euro…