Cristina Cifuentes y el PP añoran a ETA

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La derecha no puede vivir sin ETA, siempre ha preferido una banda terrorista activa pero con escasa capacidad de acción que una extinta. Ambos se han retroalimentado en el pasado tantas veces, que la morriña les delata, quizá por eso no acaban de dar los pasos necesarios que pueden propiciar la definitiva desaparición de la organización independentista. Incluso la llegada al poder de Aznar se la deben a ella, tras el 11M manipularon su imagen con ardor guerrero para tratar desesperadamente de mantenerse en el poder y ocultar así la que fue una consecuencia directa de su política atlantista y belicista. Sus legislaturas en el gobierno y en la oposición se caracterizaron por el uso de ETA como cortina de humo para tapar sus muchas miserias o para utilizarla como arma arrojadiza contra la oposición, especialmente contra toda forma de nacionalismo periférico. El entorno de ETA se hizo tan grande —con la inestimable ayuda de algunos jueces estrella— que desbordaba con mucho las fronteras históricas de Euskal Herria. Para la derecha, todos hemos sito ETA alguna vez. Ecologistas, pacifistas, antisistema, insumisos, independentistas… fueron receptores habituales del epíteto etarra en más de una ocasión.

La estrategia es bien conocida, por no decir manida: si no tienes argumentos válidos contra tus enemigos, difámalos, pues aunque la calumnia viva un día habrá cumplido su cometido. Y claro, cuantos menos argumentos dialécticos se tengan a disposición en la sesera, con más ahínco y profundidad habrá que descalificar al contrario. Pero no siempre salen bien las cosas a los acusadores. La burda tentativa de la delegada del gobierno de Madrid contra la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y contra Ada Colau, a los que calificó de filoetarras, puede calificarse de infructuosa por varias razones. Primero, porque ETA ya no asusta tanto, se halla en proceso de desmantelamiento y, si no fuera por la inacción del PP, ya sería cosa del pasado. Segundo, porque la acusación de Cifuentes es absolutamente falsa, en las manifestaciones en favor de los presos de la banda participaron miembros de la coordinadora antidesahucios de Bilbao, pero en nada tienen que ver con la PAH que representa públicamente Ada Colau. Cifuentes es tan cortita de entendederas, tan obtusa, que es incapaz de comprender cómo se articulan los movimientos sociales y cómo surgen espontáneamente movimientos de abajo a arriba para hacer frente a los brutales ataques que su partido están propiciando a la población de nuestro país en connivencia con los grandes capitales y algunos gobiernos extranjeros. Y tercero y no menos importante, porque la Plataforma se ha convertido, por méritos propios, en uno de las asociaciones más reputadas del estado. No ya por los centenares de desahucios evitados gracias a sus presiones y denuncias, tampoco por el millón y medio de firmas conseguidas para conseguir la dación en pago y los alquileres sociales, sino fundamentalmente porque se ha convertido en un ejemplo para la sociedad civil y otras muchas ONGs que demuestra que, cuando los partidos políticos mayoritarios se olvidan de ejercitar su función en pos del bienestar de la población, es posible encontrar resquicios en nuestra limitada y controlada democracia para luchar con éxito contra la injusticia y la estafa a la que nos están sometiendo los poderosos.

Cristina Cifuentes ya se ha hecho merecedora de, como mínimo, 3 o 4 ceses o dimisiones. Por su manifiesto talante antidemocrático, por la criminalización de las legítimas protestas, por el uso y el abuso de la represión de la disidencia, por su torpeza supina… y por la instrumentalización del terrorismo, hace tiempo que esta nefasta política hace tiempo que debería estar alejada de cualquier cargo de responsabilidad pública. Ya tarda.

2 Comentarios

  1. ¡Qué bueno es leerte! Encontré este blog de casualidad y me encanta! Felicidades!

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