Tanto darle a la maquinita de imprimir dólares es lo que tiene, sobre todo cuando a la vez se ocultan los datos de cuantos billetes verdes tienes en circulación. Nadie sabe lo que vale realmente –seguro que es a la baja– y la confianza se pierde paulatinamente. ¿Quien querría guardar sus ahorros en billetes de Monopoly? Evidentemente, nadie en su sano juicio. Pero si además a muchos les interesa que el perro flaco siga acumulando pulgas y más pulgas, es bien fácil continuar con la dinámica. Tenemos así a las fuerzas del mercado tirando hacia abajo del dólar y a los países antiimperialistas forzando aún más la situación. ¿El resultado?, el dólar más devaluado de la historia y a la economía norteamericana cercana al colapso.
Cualquier declaración o dato negativo le afecta sobremanera. Es como el petróleo pero al revés. Hoy ha vuelto a marcar mínimos históricos frente al euro sin que se vislumbre que la escalada bajista llegue a su fin. El motivo más aducido ha sido el temor a que la crisis de los créditos hipotecarios de alto riesgo aún no se haya superado, pero otros piensan que la clave está en las declaraciones de ayer de dos personalidades chinas contra el dólar.
Por un lado Cheng Siwei, vicepresidente del Congreso quien afirmó en una conferencia en Beijing que en China
>favoreceremos las monedas más fuertes sobre las débiles y nos reajustaremos en consecuencia
De otro y en el mismo foro, Xu Jian, vicedirector del banco central manifestó que
>el dólar está perdiendo su status como moneda universal
Y desde luego, cada vez menos países quieren vincular sus reservas a una moneda menguante y sobrevalorada.
El euro se ha apreciado hoy hasta 1,4667 dólares, mientras que el yuan lleva ya este año 68 récords consecutivos y una apreciación de más del 4%.
Da mucho gustito -para qué negarlo- esta caída libre del dólar. Pero reconozco que da mucho miedo que algo así esté en manos de China, porque si el régimen chino (temible por tantos motivos) puede forzar estas cosas, con mucho mayor facilidad podrá forzar otras cosas.
China es ya mucho más que una potencia emergente.
Un saludo.
Hola D. Antonio, da alegría verle (leerle) de nuevo, no ya como comentarista en los Bits, que también, sino como bloguero de pro en sus propias páginas tras un breve impass. Piano, piano eh? 😉
La verdad es que tendremos que acostumbrarnos a una China todopoderosa, pero una cosa parece clara, pretende cambiar sus dólares sobre todo por euros, con todo lo que ello conlleva. ¿Nos va a echar a pelear? ¿va a sacar a la luz la guerra soterrada entre EEUU y la UE por el control del mundo? ¿se trata del divide y vencerás? Si se queda con muchos euros y la emisión de la deuda de la UE, ¿nos tendrá tan agarrados como a EEUU?…
Ojo, que la caída del dólar implica una revalorización del euro por comparación, lo cual puede hacer polvo la economía europea… en comparación con la asiática.
Qué lío, ¿no?
pero es lo que nos salva de la subida del petróleo 🙂
22-11-2007
Irán, el euro y el dólar
Michael R. Krätke
Sin Permiso
Hace unos pocos días, la República Islámica de Irán cumplió su amenaza: no se aceptan ya dólares, y todas las transacciones económicas exteriores del país pasan a realizarse o en euros o en yenes. Ya desde septiembre, una buena parte de las exportaciones petrolíferas iraníes no se computaban en dólares, sino en yenes: Japón es, con diferencia, el principal importador de petróleo iraní, siendo Irán el tercer suministrador de la potencia pacífica. Ahora, también los socios comerciales europeos y asiáticos del tercer exportador mundial de petróleo tienen que aceptar que Teherán no recibe ya moneda estadounidense.
El Banco Central iraní se propone aligerar su reserva de dólares, hasta dejarla por debajo del 20% (y posiblemente irá más lejos, hasta substituirlos completamente por euros o yenes). Es verdad que el depósito iraní de dólares acumula sólo unos 60 mil millones, pero eso -lanzado al mercado- bastaría para acelerar el declive del curso del dólar. El paso siguiente, ya anunciado muchas veces, parece ser sólo cuestión de tiempo: la apertura de un mercado de valores petrolíferos iraní en el que sólo se comerciara con euros. Hasta ahora, dos bolsas de renombre están abonadas a ese negocio, la NYMEX de Nueva York y la IPE (International Petroleum Exchange) londinense; ambas pertenecen a empresas estadounidenses, y en ambas se comercia con dólares. De aparecer una bolsa petrolífera iraní, el grueso de los importadores europeos y asiáticos se lanzarían de cabeza a ella inmediatamente. Sería un nuevo revés para la posición predominante del dólar.
Las consecuencias son claras. Cualquiera podría entonces comprar petróleo con euros, los europeos y los chinos y los japoneses se desvincularían de la tambaleante moneda, los precios del petróleo se serenarían. Los bancos centrales asiáticos podrían reducir drásticamente sus existencias de dólares, permanentemente amenazadas de desvalorización.
La potencia mundial de los EEUU se basa en su megapoder militar y en un régimen monetario mundial, conforme al cual la moneda estadounidense rige de facto como el dinero del mundo: casi el 80% del comercio mundial y el 100% del comercio petrolífero mundial se hacía hasta hace poco en dólares (5 mil quinientos millones diarios, un billón y medio al año), y los mercados financieros del mundo son también predominantemente mercados de dólares. Está fuera de discusión: el sistema del petrodólar, en vigor desde hace 40 años y ya rodado, es uno de los pilares de ese régimen. Cientos de miles de millones fluyen anualmente hacia los EEUU procedentes de las ganancias de los exportadores de petróleo. Con los petrodólares, estas megaempresas compran valores americanos -sobre todo deuda pública estadounidense- y financian así el gigantesco déficit de la balanza por cuenta corriente y presupuestario de los EEUU. Bastaría que unos cuantos grandes exportadores de petróleo pasaran del dólar al euro (o al yen), para sacar de quicio al sistema.
Los EEUU tienen entonces todos los motivos para temer un efecto dominó: otros países exportadores de petróleo podrían seguir el ejemplo de Irán; en Venezuela, Rusia y Noruega despedirse del dólar es ya cosa prácticamente decidida. La acción iraní ofrece una bienvenida oportunidad para hacerlo en serio. La Arabia Saudita ha especulado a menudo en voz alta con esa idea, garantizándose así éxitos diplomáticos en la disputa con el gran hermano estadounidense. También Francia se ha comprometido oficialmente en favor de un papel más fuerte del euro en el negocio petrolífero internacional. Todavía bajo el régimen de Sadam Husein, Irak cambió de dólares a euros las cuentas de su comercio petrolífero (tras la conquista del país en abril de 2003, eso fue inmediatamente corregido).
La iniciativa iraní les señala a los estadounidenses sobre todo una cosa: la huida del dólar ha comenzado irreversiblemente. En Asia, en la América latina y en Oriente Medio hay países que buscan superar la vinculación de sus monedas con el dólar. Cada vez menos bancos centrales fuera de los EEUU están dispuestos a, y en situación de, sostener el dólar a costa de sus propias economías.
La guerra de las sanciones contra la pretendida potencia atómica iraní va a resultar ahora, tras la decisión de Teherán, más discutible que nunca. Los EEUU están ahora forzados a mover pieza, y el gobierno de Bush no se caracteriza por sus jugadas inteligentes. Después de las sanciones está la opción de la guerra caliente. Puesto que Irán no capitula, sino que se enfrenta a la política estadounidense de sanciones con legítimos medios económicos, es previsible una escalada. En la preponderancia del dólar se basa la capacidad militar de los EEUU para librar, cuando les parece necesario, guerras de fiado que ni el estado norteamericano ni la economía norteamericana pueden ya permitirse. El Imperio contraatacará, la pregunta es cómo y cuándo.
Michael R. Krätke es un analista político alemán que escribe regularmente en revistas de izquierda como Analyse und Kritik.