Por qué todo el mundo ha abandonado a Morsi

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Debe ser muy traumático descubrir que un todopoderoso presidente que literalmente barrió al resto de contendientes políticos durante las últimas elecciones, se encuentre repudiado por la mayoría de su pueblo y abandonado por sus apoyos políticos internacionales. Pero es lo que tiene la geopolítica y los cambios de alianzas sobrevenidos, que si no estás preparado para ellos o no ves el devenir de la situación, te arrolla sin piedad.

La unanimidad tras el derrocamiento de Morsi ha sido casi absoluta. Sólo en Turquía han puesto las barbas a remojar en previsión de que el verano árabe se extienda. Y es que las condiciones de partida, salvando las distancias, son bastante similares. Un gobierno islamista que está agotando la paciencia de las minorías del país, una política económica ultraliberal que está sumiendo en la ruina a mucha gente y un ejército convertido en garante del laicismo multiconfesional.

También Israel, que se las prometía muy felices con Morsi, ve ahora cómo el gobierno de transición o el que salga de las elecciones en cuanto se convoquen nuevos comicios, puede poner en cuestión los acuerdos de Camp David, piedra angular de las relaciones bilaterales Cairo-Telaviv y, por extensión, casi entre Israel y el mundo árabe. El mutismo ha sido la tónica sionista dominante durante la tensa espera que se prevé larga hasta un desenlace de carácter mínimamente estable y duradero.

El resto de países relevantes, o se han manifestado favorables al cambio de régimen en Egipto, o han aceptado rápidamente el status quo, o incluso lo han aplaudido fervorosamente. Entre estos últimos está Bashar al Assad, quien ve cómo el imparable ascenso de la Cofradía con el apoyo occidental y de algunos países del Golfo, se ha visto truncado quizá con carácter definitivo, tal y como está sucediendo en Siria por obra y gracia del Ejército Árabe Sirio, las milicias populares y la resistencia libanesa.

A muchos sorprenderá el caso de Qatar, financiador de Egipto en los últimos tiempos integristas, que se ha subido inmediatamente al carro del cambio. Probablemente sea consecuencia de la abdicación de Hamad al Thani en su hijo por orden (o quizá por el chantaje) de Estados Unidos e implique un importante viraje en el papel internacional de este país gasolinera. No obstante, oír a Al Jazeera el día de autos era escuchar incitaciones a combatir lo que calificaban sin ambages como un golpe de estado ilegal en toda regla. Si tenemos que atenernos más a los hechos que las palabras, sólo lo dirá el tiempo, tanto en Egipto, como en Siria.

¿Y Arabia Saudí? Merece la pena resaltar que se ha lanzado a saco a financiar el gobierno de transición de Adli Mansur apoyado por los militares. Ni que decir tiene que está muy contenta con la expulsión de la Hermandad Musulmana de Egipto, sin embargo, no ha parado de favorecerlos en otros puntos de la región, como Libia o Siria. ¿Supone un cambio de rumbo? ¿se suma así a los designios de Estados Unidos? Es difícil saberlo. Qatar, Arabia e incluso Kuwait, apoyan a distintos grupos sunníes armados en Siria y, aún con agendas coincidentes en lo fundamental, el derrocamiento de Assad, difieren en sus planteamientos de futuro para el país o en la parte del botín que esperan conseguir si logran su objetivo.

Pero todo este entramado se sustenta en un cambio de rumbo de la segunda administración Obama en lo referente a la política regional en Oriente Medio. Algunos dicen que necesitan salir de allí para ocuparse de China, su feroz competidora a nivel mundial. Otros que con el gas de esquisto Estados Unidos lograría la soberanía energética sin depender del control de la región más inestable del planeta. Otros politólogos hablan de que la estrategia de apoyar a al Qaeda se les ha vuelto en contra (Bengasi, Boston, Londres…) y ya provoca cierto pavor apoyar a los yihadistas y takfiríes, porque tarde o temprano, saben que morderán la mano de su amo. Sea como fuere, el coro que afirma que EEUU está en retirada en la zona es cada vez mayor.

Sinceramente, tengo mis dudas al respecto. No obstante, el que Egipto haya restablecido las relaciones con Siria es un hecho claro en ese sentido. Nadie duda de que los militares egipcios contaron con sus patronos norteamericanos antes de lanzarse a apoyar las reivindicaciones de la calle. Las llamadas de al Sisi a John Kerry días previos al derrocamiento de Morsi no dejan lugar a la improvisación, por lo que sería lógico y esperable que esta relevante decisión sobre el tema sirio contase también con la anuencia imperial.

¿En qué lugar queda entonces la revolución 2.0 de Tahrir? Mohamed Morsi se ha labrado a pulso su destino. Ha hundido aún más la economía del país y ha aumentado hasta lo indecible la brecha social y religiosa que atenaza a Egipto. La posibilidad de una guerra civil era bastante plausible, la radicalización de las protestas estaba preocupando cada vez más a EEUU. Obama quedaba más que retratado como patrocinador del terrorismo en la región en multitud de pancartas que los media se han ocupado en ocultarnos. Banderas de Siria ondeaban junto a las egipcias en Tahrir. La suma de los militares al pueblo alzado es la única manera de reconducir o domesticar la protesta. Esa puede ser la tentación o el cálculo que se habrán hecho algunas agencias de inteligencia autóctonas y foráneas. Ello no le resta un ápice de credibilidad o legitimidad a lo sucedido, pero retrata fehacientemente las dificultades con las que la sociedad egipcia tendrá que lidiar para llevar a buen término una revolución que ya fue secuestrada por los islamistas y que ahora puede que traten de secuestrar los restos del antiguo régimen militar llamados por los manifestantes para derrocar al tirano.

1 Comentario

  1. La cada de Morsi anuncia el ocaso de la Hermandad Musulmana?
    por Thierry Meyssan

    Aunque sorprendido por la rapidez de los acontecimientos, Thierry Meyssan celebra la destitucin del gobierno de la Hermandad Musulmana, que anticipaba hace un ao. Mientras la prensa atlantista respaldaba a Mohamed Morsi e injuriaba a Bachar al-Assad, Meyssan expresaba la opinin opuesta y denunciaba la primavera rabe como una manipulacin. El pueblo egipcio acaba de dar su veredicto.

    RED VOLTAIRE | 8 DE JULIO DE 2013
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    De los 84 millones de egipcios, 33 millones salieron a las calles para festejar el golpe de Estado militar.
    Al cabo de 5 das de manifestaciones multitudinarias que exigan la partida del presidente Morsi, el ejrcito egipcio destituy al mandatario y design al presidente de la Corte Constitucional para asumir la jefatura del Estado hasta la convocacin de nuevas elecciones.

    Para entender la importancia del acontecimiento se hace necesario resituarlo en su contexto.

    Una ola de agitacin poltica se extendi por una parte del continente africano, y posteriormente por el mundo rabe, a partir de la mitad de diciembre de 2010. Tnez y Egipto eran los pases ms sacudidos. El fenmeno se explica primeramente por causas de fondo: un cambio generacional y una crisis alimentaria. Si bien el aspecto demogrfico escapa al control humano, el aspecto econmico fue ampliamente provocado con pleno conocimiento de causa, primero en 2007-2008 y despus en 2010.

    En Tnez y Egipto, Estados Unidos haba preparado el cambio de guardia con nuevos lderes listos a prestar servicio reemplazando a los ya devaluados. El Departamento de Estado haba formado jvenes revolucionarios como reemplazo del poder establecido. As que cuando Washington comprob que sus aliados se quedaban sin alternativas ante la calle, les orden dejar el lugar a la oposicin ya prefabricada. No fue la calle sino Estados Unidos quien expuls del poder a Ben Ali y al general Hosni Mubarak. Y fue tambin Estados Unidos quien los reemplaz por la Hermandad Musulmana. Esto ltimo parece menos evidente en la medida en que se organizaron elecciones, tanto en Tnez como en Egipto. Pero la realizacin de elecciones no siempre es prueba de sinceridad y democracia. Un estudio minucioso demuestra que todo estaba arreglado.

    No cabe duda de que Washington haba previsto los acontecimientos y que incluso los gui, aunque algo parecido haya podido suceder en otros pases, como en Senegal o Costa de Marfil.

    Y precisamente se producen entonces disturbios en Costa de Marfil, en ocasin de la eleccin presidencial. Pero esos hechos nada tienen que ver en la imaginacin colectiva con la llamada primavera rabe y se terminan con una intervencin militar francesa bajo mandato de la ONU.

    Ya instalada la inestabilidad en Tnez y Egipto, Francia y Reino Unido dieron inicio al movimiento de desestabilizacin contra Libia y Siria, conforme a lo previsto en el Tratado de Lancaster House. Aunque realmente se produjeron en esos ltimos pases algunas micro-manifestaciones en demanda de democracia, lo cierto es que los medios de prensa occidentales se encargaron de exagerar su envergadura mientras que fuerzas especiales occidentales se ocupaban de organizar disturbios con el respaldo de cabecillas takfiristas.

    Recurriendo a constantes manipulaciones, la operacin de Costa de Marfil fue excluida de la primavera rabe (no hay rabes en ese pas, donde un tercio de la poblacin es musulmana) mientras que Libia y Siria s eran incluidas en ella (cuando en realidad se trata de operaciones de carcter colonial). Ese verdadero acto de prestidigitacin se concret de manera relativamente fcil en la medida en que tambin se registraban manifestaciones en Yemen y Bahrin, donde las condiciones estructurales son muy diferentes. Al principio, los comentaristas occidentales les encajaron la etiqueta de primavera rabe, pero despus se arreglaron para excluirlas de ella porque las situaciones son muy poco comparables.

    En definitiva, lo que caracteriza a la primavera rabe (Tnez, Egipto, Libia y Siria) no es la inestabilidad ni la cultura sino la solucin preconcebida por las potencias occidentales: el acceso de la Hermandad Musulmana al poder.

    Esta organizacin secreta, supuestamente antiimperialista, siempre ha estado bajo el control poltico de Londres. Estaba representada en el equipo de Hillary Clinton a travs de la seora Huma Abedin, la esposa del dimitente congresista sionista Anthony Weiner. La madre Huma Abedin Saleha Abedin dirige la rama femenina mundial de la Hermandad Musulmana. Por su parte, Qatar ha garantizado el financiamiento de las operaciones, ms de 15 000 millones de dlares al ao!, y la cobertura meditica de la cofrada, de la que se ha hecho cargo el canal Al-Jazzera desde fines de 2005. Para terminar, Turqua ha puesto el know how poltico proporcionando una serie de consejeros en comunicacin.

    La Hermandad Musulmana es en el islam lo mismo que los trotskistas en Occidente: un grupo de golpistas que trabajan para intereses extranjeros en nombre de un ideal que siempre se pospone. Despus de haberse embarcado en innumerables tentativas golpistas en la mayora de los pases rabes a lo largo de todo el siglo XX, la Hermandad Musulmana fue la primera sorprendida ante su propia victoria de 2011. El problema es que, fuera de las instrucciones de los anglosajones, la cofrada no dispona en realidad de ningn programa de gobierno. Y se aferr a las consignas islamistas: La solucin es el Corn, No necesitamos constitucin, tenemos la charia y otras por el estilo.

    En Egipto, al igual que en Tnez y Libia, el gobierno de la Hermandad Musulmana abri la economa nacional al capitalismo liberal. Confirm adems su complicidad con Israel a costa de los palestinos. Y trat de imponer, en nombre del Corn, un orden moral que nunca ha existido en ese libro.

    Las privatizaciones de la economa egipcia al mejor estilo de la seora Thatcher deban alcanzar su punto culminante con la venta del Canal de Suez, joya del pas y esencial fuente de sus ingresos, que sera vendido a Qatar. Ante la resistencia de la sociedad egipcia, Doha financi un movimiento separatista en la regin del Canal, siguiendo el modelo ya establecido por Estados Unidos en Centroamrica cuando foment en Colombia el movimiento separatista que dio lugar a la independencia de Panam.

    Pero la sociedad no soport ese tratamiento sin anestesia. Como escrib hace 3 semanas en esta misma columna, los egipcios abrieron los ojos al ver la sublevacin de los turcos contra el Hermano Erdogan. Y la sociedad egipcia se rebel, lanzando incluso un ultimtum al presidente Morsi. Despus de verificar telefnicamente, con el secretario estadounidense de Defensa Chuck Hagel, que Estados Unidos no tena intenciones de tratar de salvar al agente Morsi, el general al-Sisi anunci su destitucin.

    Este ltimo punto merece una explicacin: En lo que fue su penltimo discurso a la nacin, Mohamed Morsi se present como un sabio. El hombre es ingeniero espacial, hizo carrera en Estados Unidos, obtuvo la nacionalidad estadounidense, trabaj en la NASA y dispone de una acreditacin estadounidense de acceso a informacin clasificada. Sin embargo, si bien el Pentgono abandon a Morsi, el que s lo respald hasta el momento de su arresto fue el Departamento de Estado, a travs de la embajadora estadounidense en El Cairo, de los voceros Patrick Ventrell y Jan Psaki, e incluso del propio secretario de Estado John Kerry. Esta incoherencia ilustra la confusin que reina en Washington: por un lado, el sentido comn implica que no es posible intervenir, mientras que por el otro lado sus vnculos con la Hermandad Musulmana son tan estrechos que dejan a Washington sin solucin de repuesto.

    La cada de Morsi marca el fin del predominio de la Hermandad Musulmana en el mundo rabe, sobre todo teniendo en cuenta que el ejrcito anunci su destitucin rodendose de las fuerzas vivas de la sociedad, incluyendo a los sabios de la universidad al-Azhar.

    El fracaso de Morsi es un duro golpe para Occidente y sus aliados, Qatar y Turqua. Ahora podemos preguntarnos con toda lgica si no marca el fin de la primavera rabe y deja entrever adems la posibilidad de nuevos virajes en Tnez, en Libia y, por supuesto, en Siria.

    Thierry Meyssan

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