Los héroes de Perejil, ahora van a por el Peñón…

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Tengo la gran suerte de haber nacido en el Campo de Gibraltar, una comarca en la que la mayoría de los pueblos se fundaron o refundaron tras la firma del Tratado de Utrecht con refugiados huidos de la urbe a los pies de la Calpe romana o del Jbel Tarik andalusí­. Tierra frenética de cruces, de mestizaje, de trapicheo. Literalmente, tal y como dirían los antiguos, soy una persona de Gibraltar en su campo, establecida en lo que fue el amplio término municipal de la ciudad que presidí­a la bahía sureña.

La imagen de la roca destaca sobre todo el skyline de la comarca, es la referencia obligada para conocer la predicción meteorológica de la zona y, sobre todo, de los vientos dominantes, tan determinantes en la vida cotidiana de sus habitantes, ya sean tirios, troyanos, gibraltareños o campogibraltareños. Recuerdo perfectamente ver emocionado por televisión el dí­a de la apertura de la verja en 1982, una manifestación de júbilo a ambos lados de la frontera, un día de abrazos, de reencuentros, de llantos de alegría. Muchos creímos que era el principio de una gran amistad, de un periodo de convivencia vecinal en el que la integración mutua marcaría en adelante las relaciones entre ambos pueblos. Craso error.

Periódicamente surgen problemas lógicos como en cualquier relación fraterna. Personalmente he tomado parte activa en algunas de ellos, lo cortés no quita lo valiente. No me gustó en absoluto la instalación de una incineradora de residuos urbanos y así­ se lo hice ver personalmente a Joe Bossano, ex ministro principal de la ciudad, quien me invitó como a conocer la planta y nos prestó amablemente su vehículo oficial —con cristales tintados— para acceder a ella en un cómico trayecto donde decenas de ciudadanos me saludaban al pasar. Estuvimos manifestándonos en repetidas ocasiones contra el atraque para su reparación del submarino nuclear Tireless (como hacemos anualmente contra la base norteamericana de Rota) y nos hemos posicionado multitud de veces contra la práctica del bunkering en aguas gibraltareñas, de donde algunos gerifaltes del PP sacan pingües beneficios…

Pero ahora que el nacionalismo españolista está de nuevo en el poder, era esperable alguna torpeza diplomática de gran calibre. Los conquistadores de Al Yazira Layla, la Isla de Perejil, no podían desaprovechar una ocasión de oro para estropear otra cosa más. Y se han lanzado a ello con fruición, como no podía ser de otra manera. No sé si serán conscientes de que estos enfrentamientos inútiles significan grandes pasos atrás en la generación del necesario clima de confianza de un pueblo a quien tuvimos literalmente encerrados y condenados a la miseria durante más de 13 años.

Imagino que para una potencia colonial, la pérdida tuvo que ser bastante dolorosa, pero de eso ha pasado ya muchí­simo tiempo. Nadie en su sano juicio puede sentirse agraviado por ello hoy. Más bien parece que los populares pretenden tapar sus vergüenzas internas creando un conflicto externo —la vieja escuela bananera— para distraer la atención sobre la financiación irregular, las comisiones ilegales por la concesión de contratos públicos y el cobro de su cúpula de dinero negro en forma de sobresueldos.

Me encanta Gibraltar, me encanta la diversidad. Me encanta cruzar una valla y encontrarme con un microcosmos donde viven hindúes, pakistaníes, árabes, judíos, andaluces y british gibraltareños. Me encanta oír el divertido spanglish que se habla en la roca, poder degustar la gastronomía internacional sin enlatar, ver cómo ponen en valor su patrimonio histórico y cultural, sentir olores diferentes, entrar en pubs auténticos o tomar té con pastas en el teatime. No quiero que eso llegue a desaparecer por la apisonadora del yugo y las flechas.

Pero no se trata de simple frivolidad o de filias personales. Como cualquier otro pueblo, el gibraltareño tiene derecho a decidir su futuro, tiene derecho a autodeterminarse. Por arreglar un problema de hace cientos de años no pueden pisotearse los derechos actuales de una población de alrededor de 30.000 personas. Si ellos, los yanitos, no quieren ser españoles, por principio, nunca nadie debería soñar con imponerles la nacionalidad (ni completa ni media) ni echarlos de su tierra. Y con este tipo de políticas, jamás de los jamases, los gibraltareños van a desear tener nada que ver con España, todo lo contrario. Los nacionalismos se exacerban, las gentes se enrocan, las salidas dialogadas se bloquean. Eso es lo que está logrando el PP en su supina torpeza. Gibraltar para los yanitos.

7 Comentarios

  1. La gran ironía es que España cedió Gibraltar a Gran Bretaña a perpetuidad a través del Tratado de Utrech únicamente para consolidar a Felipe de Anjou como nuevo rey borbónico de España tras la Guerra de Sucesión, para lo cual Felipe no tuvo ningún escrúpulo en ceder Gibraltar y Menorca, mientras literalmente aniquilaba toda disidencia interna. ¿Suena conocido?

    Así comenzó su andadura la dinastía de los Borbones en España…
    http://en.wikipedia.org/wiki/Disputed_status_of_Gibraltar

  2. Artículo con el que estoy de acuerdo al 100%…

    Es un tema espinoso en el que la doble vara de medir de los «españolitos» sale a relucir.

    Lo que pasó hace siglos es agua pasada, por ello coincido con el Gobierno Británico (aunque sea por primera vez) cuando dice que más importante que la integridad territorial es la «autodeterminación de los pueblos».

    Cuando hablo de Gibraltar, estimo conveniente mencionar la situación de Ceuta y Melilla… EL célebre Abdelkrim El Khattabi, cuando expulsó a los colonizadores de los territorios rifeños, tenía claro que Ceuta y Melilla deberían seguir siendo españolas (pensando en la prosperidad de sus gentes). Con respecto a Tánger, más de los mismo, quería seguir manteniendo el estatus de «zona internacional», y es que él era conocedor del bienestar y el progreso del primer mundo, sabía que la República del Rif tenía mucho que ganar teniendo en sus fronteras a lo Estados más avanzados…

    Como bien dice el artículo, Gibraltar es un «microcosmos» que trae prosperidad a la región, cualquier intento de desestabilización irá en detrimento de la población…

    ¿Por qué no dejar las cosas como están?

    ¿Están desviando la atención del caso Bárcenas…?

  3. Este artículo surge como obligación mamporrera del progresismo bien visto. Si elimináramos puestos políticos que no valen para nada (ejemplo claro los parlamentarios autonómicos, la mayoría con estudios básicos)los partidos tendrían que decrecer y necesitar menos gentes, con posibilidades menores para la corrupción.
    La ciudadanía queremos que se realicen muchos recortes ahí, no en sanidad. Queremos un país sin subvenciones.

  4. Ni soy político ni me obliga nada, sino todo lo contrario.

    Y si eliminamos políticos, dejamos a los mercados que nos controlen. Es una opción que apoya la Cospedal, la bienpagá, la que recorta salarios a políticos mientras ella es la que más cobra de toda España. Nos hacen falta más políticos, pero buenos políticos, no la morralla que nos desgobierna para favorecer a los poderosos.

    En nuestro país no hay más políticos que en países de nuestro entorno como Alemania. Ese bulo interesado hace tiempo que se desmontó… Recortes en los sobres, en militares, en la Iglesia, en subvenciones a los bancos, ahí sí

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