Rajoy, Erdogán y los talibanes del PP

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Spain's Prime Minister Rajoy tries to get the attention of his Turkish counterpart Erdogan at the start of a news conference during their one-day summit meeting at the Moncloa Palace in Madrid

Esta mañana andaba justamente tratando de documentarme sobre las revueltas de Turquía,  cuando me surgió la inevitable comparación con nuestro país. Allá la gente está harta desde hace mucho y, con cada nuevo problema se vuelve a las calles a protestar de manera masiva. Ya sea la defensa de un parque, la prohibición de venta de alcohol en determinados lugares o un nuevo caso de corrupción gubernamental, cualquier motivo es bueno para que la  población urbana, culta y moderna presione para revertir las envestidas religiosas de Erdogan en sus múltiples intentos por cambiar la naturaleza laica del estado. Veamos unos ejemplos.

  • El primer ministro turco ha mostrado su voluntad de crear una juventud conservadora, nuestro presidente y sus gentes hablan de españolizar a los alumnos de otras nacionalidades del país y han eliminado Educación para la Ciudadanía para que se evite hablar de igualdad de género, del respeto a la diversidad, de nuevos tipos de familia y ese tipo de cosas que tanto molestan a los populares.
  • Erdogan también quiere una juventud religiosa y ha aumentado las horas de religión en las escuelas públicas y está fomentando la educación privada confesional. La derecha española está friendo a los niños y niñas a clases de religión y está favoreciendo hasta niveles desconocidos a la enseñanza católica más conservadora.
  • Las últimas reformas «democratizadoras» del partido de Justicia y Desarrollo quieren acabar con la educación mixta y están segregando de facto a chicos y chicas en residencias de estudiantes, ahora quieren incluso prohibir los pisos compartidos entre personas de distinto sexo, en lo que es un ataque dirigido incluso contra la privacidad e inviolabilidad de la vivienda. Aquí, de momento, no han llegado tan lejos, pero no obstante sí que están fomentando el que, con dinero público, se financien colegios e institutos que separen por sexos al alumnado. Esperemos que no tengan tiempo para continuar con sus contrarreformas involutivas, ya nos han enseñado el camino…
  • Ambos mandatarios quieren acabar con una ley de plazos que regula el aborto, Erdogán recortando las semanas de interrupción libre de 10 a 6. Rajoy quiere prácticamente prohibirlo suprimiendo la ley de plazos vigente y promulgando una norma de supuestos prácticamente incumplibles.

En suma, dos decididos empeños por cambiar las raíces de un estado laico y un estado aconfesional con el que nunca han estado de acuerdo en lo más íntimo a pesar de así haberlo suscrito y jurado ante el mismo dios que guía sus mandobles contra la libertad individual.

Escándalos de corrupción enturbian las legislaturas conservadoras e incluso amenazan con acortar los mandatos establecidos. El Partido Popular está salpicado de múltiples casos de financiación ilegal, cobros de sobornos y repartos de dinero en negro a toda su cúpula, incluido al propio presidente. Erdogán está señalado por recalificaciones urbanísticas y adjudicaciones a empresas constructoras a cambio de sobornos, así como por el cobro en oro de comisiones por importaciones petroleras de Irán. Así al menos lo ha reconocido y denunciado uno de los tres ministros dimisionarios que han provocado la actual crisis de gobierno que ha afectado finalmente a 10 ministros.

Son muchos paralelismos, demasiados. No obstante, hay una diferencia fundamental entre los dos países y sus sociedades, mientras que en España las protestas están contenidas y no suponen una gran amenaza a corto plazo contra el gobierno de la derecha, en Turquía sí que las protestas callejeras son capaces de poner contra las cuerdas a un más que acorralado Erdogán. Eso es algo que debería hacernos reflexionar. Tendríamos que aprender de los turcos, sobran los motivos objetivos, se están cambiando las bases de un estado social de derecho, se está vendiendo el estado a precio de saldo a los compinches de la derecha sin que enfrenten grandes desgastes, se ha vulnerado la laicidad del estado, se sigue regalando dinero a la iglesia católica, se usan las escuelas como centro de adoctrinamiento, se suspenden derechos y, a lo más, se cubren por el arbitrio limitado de la caridad y la beneficencia. Todo ello sin apenas oposición política y poca confrontación callejera, en todo caso protestas sectoriales pero sin nadie que recoja el malestar general por el estado de las cosas. Ya es hora de parecernos a Turquía también en eso…

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