A pesar de lo contento que estaba Bush porque el ejército iraquà habÃa emprendido por sà mismo una encarnizada lucha contra los milicianos del ejército del Mahdi comandados por Muqtada al Sadr, poco dura la alegrÃa en casa del invasor. De hecho ha tenido que enviar refuerzos a Basora por la manifiesta incapacidad de al Maliki de solventar por sà mismo la crisis que ha creado al intentar retomar el control del petrolero sur de Irak que los británicos dejaron en bandeja a las fuerzas del clérigo radical. Pero la revuelta shià ya se ha extendido por otras regiones de Irak, ya se ha volado algún oleoducto, han atacado la Zona Verde y los hombres de negro patrullan armados por Sadr City.
Todo apunta a que la relativa calma que se ha vivido estos meses en el paÃs pueda irse al garete en un plis plas. Al Sadr es un gran negociador y un buen diplomático. Si le saca partido en términos de poder a una nueva tregua volverá a retirar a sus tropas, pero si no le dejan espacio suficiente, Irak volverá a convertirse en un infierno. Y EEUU puede seguir buscando dinero para pagar el salario que les debe a los miles de guerrilleros sunitas en paro, pues si se incorporan a las tareas de resistencia, mejor que vayan haciendo las maletas…
Tras negociar con el Gobierno iraquí, el líder insta a sus hombres a que abandonen las calles