EEUU «negocia» alargar su presencia en Irak

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No hace falta ser un lince para saber cuál es el concepto de soberanía de un estado desde el punto de vista del imperio: el sometimiento total a sus designios. Hace muy poco Bush declaró que no permitirían la injerencia de ningún país en los asuntos libaneses justo en el momento en el que tenía barcos de guerra anclados frente a sus costas y jugaba —junto con Israel y Arabia Saudí— a mantener a Líbano en un golpe de estado de facto con tal de no reconocer el poder que legítimamente le corresponde a la comunidad shií y a la cristiana en la configuración del estado sean cual sean sus intereses o alianzas.

En una pirueta conceptual con triple salto mortal ahora EEUU pretende aumentar los plazos de su presencia en tierras de Mesopotamia negociando con un gobierno títere impuesto por ellos mismos y en el que hacen y deshacen a su antojo todo lo que les viene en gana. Vamos, que usar la palabra negociación es sólo un eufemismo que pretende ocultar una directa imposición de sus criterios o como mucho el estudio del caso con su subalterno en función de la reacción que tal o cual decisión puede provocar en los sectores que no se sienten muy cómodos bajo la implacable bota militar imperial que ya han comenzado a demostrar en la calle su disconformidad con el más que previsible acuerdo legitimador.

Ayer mismo en Bagdad se vivieron manifestaciones de los seguidores de al Sadr, también el máximo representante de la comunidad chiita —al Sistani— emitió un comunicado contrario a los intereses de los invasores, lo mismo que hizo la máxima autoridad suní, la Asociación de Ulemas Musulmanes que criticó la futura bendición de un nuevo mandato colonial en Irak.

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