Aniversario de una barbarie

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Hoy se cumple el primer año del desmoronamiento del régimen baasista de Irak. Simbólicamente, se saldó con el montaje del derribo de la estatua de Sadam. Digo montaje porque, como ya conté en esta misma bitácora, se trató de un acto especialmente preparado para la prensa alojada justo en la plaza y los iraquíes que se llevaron a festejar eran exiliados que venían empotrados con el ejército americano. Algunos de ellos incluso forman parte del Consejo de Gobierno transitorio. El pueblo iraquí se encontraba alejado del evento por mor de una flota de blindados que protegían las posibles entradas. Así que se grabó la caída de la famosa estatua como una pose más de las muchas que trataron de colarnos en esta guerra (ADM, Al Qaeda, los laboratorios móviles, etc.).

Imagino que Bush tenía preparado un completo programa de festejos para celebrar la liberación de Irak como parte de su precampaña electoral. Sin embargo, los planes se le vuelven a torcer. Las resistencias han recuperado el control de varias ciudades y de populosos barrios de Bagdad. A pesar de los intentos por dividirlas, se está produciendo una convergencia de las facciones de la insurgencia que amenaza con hacer imposible los planes de los invasores. La estrategia de los secuestros, los sabotajes a oleoductos, la mayor efectividad de la resistencia… está haciendo desmoronarse a la coalición de intereses que participan en las fuerzas de ocupación. Algunos países han anunciado su retirada, otros avisan que no renovarán sus efectivos. Militares americanos denuncian que no pueden fiarse de sus aliados porque están encerrados en sus cuarteles sin apenas patrullar las ciudades que han dejado en manos de las guerrillas. Magnífico aniversario.

Pero como decía algunos días, a mayor efectividad de la resistencia, se hace necesaria mayor represión y uso de la fuerza bruta. El asedio a Faluya vulnera la Convención de Ginebra, pues no están permitidos cercos medievales como al que han sometido a la población civil de la ciudad. Las víctimas se cuentan por miles, ha sido una auténtica matanza desde el aire como esas a las que nos tienen acostumbrados los valientes norteamericanos en sus precisas intervenciones humanitarias. Al Sadr se está haciendo cada día más popular. Al Sistani, el gran ayatollah, no se atreve a enfrentarse con él porque puede perder muchos apoyos entre los chiíes. Varios miembros del gobierno títere han presentado su dimisión al virrey Bremer. En las calles de medio mundo se preparan movilizaciones de protesta contra la brutalidad del ejército norteamericano. La batalla de la opinión pública ya la tienen perdida. El gobierno judío ya se está poniendo nervioso. Es posible que los republicanos también pierdan las elecciones.

Felicidades.

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