Los mandos gringos están alarmados, cada año que pasa se baten los récords de suicidios en el seno del ejército. Y es que los crímenes de guerra marcan de por vida a quienes los cometen hasta el punto de provocar graves desequilibrios mentales que pueden empujarlos a quitarse la vida. Pero no sólo es eso, el miedo, la situación de estrés permanente, la falta de rotaciones y el reclutamiento de soldados sin las debidas precauciones (delincuentes o con problemas psicológicos) ante la falta de «vocaciones» o la escasez de gente en necesidad de alistarse para conseguir la nacionalidad, parecen influir igualmente en las negras estadísticas.
El año 2007 se registraron 115 víctimas en el que fue una preocupante marca, pero en 2008 ha aumentado hasta 143. Si tenemos en cuenta que en Irak en los últimos tiempos la media de bajas en combate ronda las 15 personas al mes, podremos entender por qué los responsables del ejército la consideran especialmente «perturbadora»