De panegíricos y hagiógrafos

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Suele ser costumbre arraigada que cuando alguien fallece, todo sean loas y alabanzas para el finado. Su parte negativa, si la hubiere, se oculta, se silencia o se pospone para análisis más alejados del momento de la defunción sin los acaloramientos propios de la inmediatez del deceso. Si consideramos que los medios de comunicación cada día dedican más tiempo a la cáscara de los acontecimientos sin entrar en el fondo de los asuntos, el tema se multiplica. Pero si se trata del fallecimiento del sumo pontífice y entramos a tratar temas a medio camino entre lo divino y lo humano ya rozamos el paroxismo.

En parte es el hartazgo de las ceremonias retransmitidas en los medios el que me motiva a escribir estas líneas. Seguro que la profusión y duración tanto festejo necrófilo agotaría la paciencia hasta del santo Job. Pero además, el boato, el rito, el fasto y gasto de las exequias hieren la sensibilidad de cualquier persona capaz de poner cierto distanciamiento para permitir un análisis aséptico de lo que está sucediendo en estos días.

Era de esperar, este papa ha sabido usar como ningún otro los resortes mediáticos para beneficio de su cruzada y la hora de su muerte no podía ser menos. Se ha calificado a estas honras fúnebres como las más importantes de la historia y es probable que tengan razón, ya que nunca antes se había enterrado a otra persona con tanta relevancia internacional. Ha arrebatado sin muchos problemas el récord ostentado hasta la fecha por Diana de Gales, dudoso honor, sin duda para un “hacedor de puentes” entre el cielo y la tierra.

El papado de Wojtyla ha tenido más sombras que luces. Es responsable de enterrar el Concilio Vaticano II, hito que significó la equiparación temporal de la iglesia con la sociedad del siglo XX. Hoy de nuevo la iglesia se sitúa bastantes lustros por detrás del devenir de los tiempos y la brecha ética y moral que siempre ha existido entre ambas se ha tornado en insalvable abismo tras el pontificado del papa polaco.

He tenido personalmente ocasión de ver cómo la iglesia católica está perdiendo su posición predominante en América Latina entre las clases más populares y los indígenas en favor de sectas y confesiones que sienten más cercanas, que atienden las necesidades más perentorias —materiales y espirituales— de la población desfavorecida. La Teología de la Liberación, que se ocupaban tradicionalmente a este nicho, ha sido literalmente barrida por la política ultraconservadora del papa Juan Pablo II quien se dejó arrastrar por la influencia del Opus Dei, que ha hecho y desecho a su antojo durante los últimos 26 años.

Su nombramiento estuvo rodeado de la duda, dudas por la extraña muerte de Juan Pablo I el breve y dudas también por la oportunidad de la elección del primer papa no italiano después de más de cuatro siglos. A nadie se le escapa el papel que jugó en la caída del régimen comunista polaco y, por ende, del resto de los satélites soviéticos de la Europa del Este. ¿Estrategia planificada únicamente por los purpurados? ¿simples sinergias con los planes imperiales? ¿o actores de un plan global contra el comunismo?. El tema por sí solo daría para varios best sellers de supermercado, pero ese es el logro que los neocons siempre deberán a Wojtyla.

Este ha sido un papa incapaz de afrontar los avances sociales, científicos y éticos del mundo moderno. Anclado en posturas fundamentalistas no ha sabido abordar el papel de la mujer en la iglesia, los preservativos, el divorcio, la eutanasia, el reconocimiento de los derechos de gays y lesbianas, la lucha contra el SIDA… y tantos otros asuntos en los que se ha divorciado con la práctica totalidad de su base social. Se le ha llamado el papa de los jóvenes, pero los templos están vacíos de ellos, encontrar jóvenes que cumplan con los preceptos abstinentes que defendía Juan Pablo II es algo prácticamente imposible de lograr. La carencia de vocaciones en los seminarios o conventos de nuestro país en un buen termómetro de la situación real de la iglesia en la “reserva espiritual de occidente”. Básicamente la cosa es comparable a la ausencia de reclutas para nuestro ejército que debe nutrirse cada día más de inmigrantes en países en vías de desarrollo en busca de nuevas oportunidades.

No es mi intención ofender a nadie ni a ningún credo en concreto, que cada cual piense o crea en lo que quiera, pero no cabe duda de que ante tanto derroche mediático unidimensional es necesario pararse un momento a pensar qué hay de trasfondo bajo la solemnidad del momento que vivimos. Creo que, como sociedad, ya somos bastante adultos como para dejarnos embaucar por desfiles, uniformes y catedrales, eso estaba bien para la Edad Media, no para el siglo XXI.

4/4/05
Copyleft, Juanlu González

2 Comentarios

  1. Acertado y oportuno articulo este tuyo compaero que nos deja aqu para sacar cada cual nuestras opiniones del mismo.

    Pues estoy de acuerdo y me congratulo con muchas de tus opiniones expuestas en el mismo.

    Y como siempre no he podido resistirme a la tentacin de este humilde barrendero y por entender que es un articulo acertado y una opinin ms en contra de toda esta avalancha de noticias en medios de comunicacin a resaltar de todas ellas las virtudes y trabajo de este papado en este pontificado que ha llegado a su final. He creido oportuno de exponerlo en mi Foro Cofrade tal cual, para ampliar as an ms la informacin aportada a este especial abierto sobre la figura de Juan Pablo II y de esta manera contribuir y forzar igualmente el debido debate por parte de todos estos hermanos/as cofrades de este mi Foro creado para todos ellos.

    Un cordial saludo compaero

    PD: La direccin del Foro clikeando en el nick, agradecido por todos y cada uno de los articulos de opiniones que nos deja y compartes con todos los visitantes de este Weblog tuyo compaero, que da a da, nos va acercando de una manera mas real a todas esas noticias que circulan por nuestro planeta y de distinta indole todas ellas.

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