Si para algo ha servido la revuelta shi´í ha sido para desviar la atención de la propaganda mediática sobre las justificaciones de los atentados terroristas que la aviación norteamericana perpetra cada día contra la población civil iraquí. Pero hoy ya han vuelto a la carga. Finalizado el asedio sobre el mausoleo de Alí —del que han salido los guerrilleros del Mehdi con bastantes de sus armas— y encumbrado Al Sistani como una de las personas con las que habrá que contar para el futuro del país, ahora la información recurrente es que aviones y helicópteros americanos están bombardeando zonas residenciales para acabar con los terroristas de Al Qaeda en Irak, o sea, la gente del jordano Al Zarqawi. Pero, ¿desde cuando se usan bombazos sobre ciudades para matar terroristas? Más bien parece que se trata de doblegar la resistencia de las urbes y barrios más pobres que son los que más empeño están mostrando en expulsar a los invasores. Pero una vez más, Al Qaeda sale en ayuda de los opresores dando la justificación perfecta para justificar los crímenes contra la humanidad que a diario cometen los norteamericanos y británicos. Algún día se conocerá toda la verdad sobre sus íntimas relaciones… al tiempo.
Mientras, Powell ha desistido de viajar a Grecia para la ceremonia del cierre de las olimpiadas por las manifestaciones que se están produciendo en su contra. Esperemos que a cada día que pase, los líderes americanos vayan sintiendo en sus carnes el odio que van sembrando en el mundo y les haga pensar en que hay otras maneras de gobernar basadas en el respeto a la vida y a los derechos humanos en cualquier punto del planeta.
Y los ayatolás shi´íes siguen en sus trece de continuar el juego de colaborar con los invasores al tiempo que públicamente los denigran, es lo que en occidente llamamos diplomacia vaticana. El máximo órgano religioso, la Marjaiya, sigue sin aprobar la violencia contra los ocupantes. Al Sadr, pues, seguirá reclutando adeptos. Estas son las declaraciones de uno de los ayatolás: «Todavía no hemos agotado las soluciones pacíficas para acabar con la ocupación, aunque si llega un día en el que ya no quede ninguna posibilidad de discusión la lucha armada se convertirá en una posibilidad»