Anteayer se inició en Washington la primera ronda de Diálogo Estratégico y Económico China-EEUU, un encuentro al más alto nivel para definir las relaciones bilaterales entre las dos mayores potencias mundiales que según el mismísimo Obama modelarán todo el siglo XXI. Estados Unidos es una potencia en amplia decadencia económica preocupada por el imparable ascenso chino, cuya capacidad de exportación y ahorro le ha hecho ser el mayor poseedor de la deuda usamericana. Todos los antiimperialistas disfrutamos con esta situación, fundamentalmente porque puede puede conducir a un mundo multipolar en todos los sentidos. Pero a poco que se analice un poco la cuestión puede comprobarse que no todo es tan sencillo.
Bien es cierto que China tiene agarrado a EEUU por donde dijimos, pero ello no supone una relación de dominio como podría suponerse. Más bien puede asemejarse al chiste del dentista al que el paciente agarra por los testículos y le dice: ¿no nos haremos daño, verdad doctor?. Zhou Xiaochuan, el gobernador del Banco Central chino, no tiene las manos libres para hacer lo que le plazca. Su país ha invertido tanto en dólares (1,4 billones de dólares) que el destino de ambas naciones está íntimamente ligado. Si Pekín decidiera deshacerse de los billetes verdes, el dólar se devaluaría hasta límites insospechados y sus reservas perderían valor en la misma medida. Lo único que puede ir haciendo es diversificar las divisas en las que se guardan las reservas para evitar riesgos y dependencias indeseadas, proceso que puede durar como mínimo unos cuantos lustros. Mientras debe esforzarse en mantener el tipo de cambio y su propia moneda devaluada para favorecer las exportaciones.
Lo malo para EEUU es que hay otra serie de países más independientes del imperio que quieren desprenderse de dólares para no perder capacidad financiera como sucede con algunas monarquías del Golfo o para oponerse políticamente a la influencia norteamericana como sucede con Rusia o los países del ALBA. De momento no parece haber alternativa a la moneda de referencia mundial. Quizá el euro podría hacerle cierta sombra al dólar, quizá prosperen algunas iniciativas de integración económica, de nuevas monedas que se están barajando en varias regiones del planeta o bolsas de materias primas en las divisas propias de cada país. Lo cierto es que que el declive del dólar es un hecho incontestable, aunque quizá hasta 2050 como pronostican ciertos investigadores no se produzca la ansiada desaparición como referente del resto de monedas del mundo.
Caguentodo no ha desaparecido un imperio que ya aparece otro…