El uso del antisemitismo está patentado y tiene copyright

Por si no tuviera pocos, el Vaticano se ha metido en otro fregado. En vez de reconocer y entonar su mea culpa por los miles y miles de casos de pederastia que enturbian cada día su evangelio, se ha dedicado a atacar al mensajero y denunciar una supuesta campaña de acoso contra la iglesia católica. Cada día que pasa se van conociendo nuevos abusos a menores consentidos o tapados por jerarquía eclesiástica tanto en el pasado como en tiempos no tan pretéritos.

Hay centenares de implicados por acción y por omisión, es bien posible que la curia romana y las de otros muchos países esté salpicada de una u otra manera. Por eso es necesaria una profunda catarsis que permita a la institución recobrar parte de la credibilidad perdida tanto en las personas que la componen como en sus prédicas. Son lógicas, desde luego, las quejas de las víctimas que se han sucedido por doquier.

Sin embargo, las palabras pronunciadas por el predicador de la Casa Pontificia, el franciscano Raniero Cantalamessa, en presencia del Papa, contenían otro mensaje que le ha costado muchas críticas al Vaticano en su conjunto. Cantalamessa leyó una misiva recibida de un amigo judío con respecto a este tema que decía:

El uso del estereotipo, echar las culpas personales a una colectividad me recuerdan los aspectos más vergonzosos del antisemitismo

Este ingenuo señor, sin darse cuenta —imagino—, se ha metido en otro peligroso jardín. El antisemitismo es un asunto exclusivo de los sionistas, está patentado y se utiliza a través de una industria súper planificada y reglada para sacar réditos para el lobby que maneja buena parte de la política exterior de Estados Unidos y para el propio estado de Israel. Cualquiera que lo use en su beneficio o en el de su causa sin estar autorizado por los propietarios del copyright será desautorizado de inmediato públicamente. Así funcionan las patentes…

¿A quién se le ocurre?