Los militares y policías egipcios han asesinado a casi mil manifestantes pacíficos. Son datos contrastados, no inventados por los opositores o por Aljazeera y amplificados por los medios occidentales. Efectivamente, Mubarak cayó, pero no así ni los suyos ni su fortuna familiar, hecha en buena parte a costa de regalarle el gas natural a Israel. Y no es baladí, se estima que las propiedades de los Mubarak suman muchísimo más que toda la ayuda norteamericana junta en las últimas 4 décadas, esa ayuda con la que han dominado toda la política egipcia y con la que supuestamente han chantajeado al país para hacerle perder su soberanía a costa de Israel y de EEUU. La junta militar y las personas de confianza del dictador siguen gobernando y asesinando impunemente a su pueblo. Las promesas de elecciones presidenciales siguen siendo vagas y están tratando continuamente de dilatarlas o incluso anularlas. La gente está en las calles harta de la farsa apoyada por occidente.
La diferencia por ejemplo con lo acaecido en Libia es brutal. El fiscal general del TPI Ocampo sólo pudo documentar en su investigación menos de 10 asesinados en manifestaciones contra Gadafi. Ni restos de ataques aéreos ni de bombardeos contra la población civil. Todos sabemos cómo acabó esta historia, con un país destruido por las bombas de la OTAN y con decenas de miles de muertos, quizá más de cien mil.
Las diferencias con Siria también son enormes. Además de que apenas hay nada confirmado, es fácil comprobar cómo la inmensa mayoría de la población apoya al régimen, excepto algunos enclaves islamistas atizados por occidente. Desde hace muchos meses los pacíficos manifestantes se han abastecido de armas en el mercado libanés, absolutamente agotado por la enorme cantidad de compras. Hay centenares de muertos entre las fuerzas de seguridad sirias reconocidos por los medios occidentales aunque ocultados en todos los análisis. En todo caso se dice que son militares que se han cambiado de bando cuando se sabe, atando cabos informativos, que están siendo entrenados y armados por Turquía para desestabilizar Siria, como publico en su día el NYT. Esos pobres manifestantes pacíficos ya están atacando a objetivos políticos con misiles autopropulsados. Sólo hay que leer los periódicos —aunque solo sean los de la oficialidad imperante— y usar las informaciones para no caer en la manipulación burda de la inmediatez distorsionada y vacía de análisis profundos.
¿Dónde está la Liga Árabe en Egipto? ¿Y el Tribunal Penal Internacional? ¿Y la ONU? ¿Y la OTAN? Es obvio que estas cosas no se arreglan con intervenciones foráneas pero que jamás nadie crea que lo que motiva la participación de occidente en países extranjeros son motivos humanitarios. Yemen, Bahrein, Arabia Saudí o Kuwait son, por citar algunos, ejemplos de ello. Entre todos ellos suman muchos miles de muertos y conculcaciones de los derechos humanos como para tener a Garzón ocupado durante diez vidas.
En este caso el Mariscal Tantaui que ha secuestrado la primavera árabe local, cabeza visible del complejo militar que controla buen parte de la economía del país, sigue al frente del gobierno sólo porque es el aliado que EEUU e Israel necesitan. Sólo con la sangre de más egipcios, cuando el pueblo se sitúe en situación prerrevolucionaria, los prohombres que dominan el mundo, se lanzarán al apoyo de la población para poder seguir salvaguardando sus bastardos intereses.