Finalizó la cumbre de donantes – inversores – mangantes de Madrid, esa especie de telemaratón para mayor gloria de Aznar I el Grande. Al final, como era previsible cada uno cuenta la película como más le viene. Los de siempre hablan del éxito de la conferencia, ya que han sumado entre todos unos 33.000 millones de dólares. Pero claro, son las cuentas del Gran Capitán: suman donaciones con créditos. Si quitamos la contribución de los Estados Unidos —algo más de 20.000 millones—, la mayor parte corresponde a las aportaciones de los países árabes títeres de los norteamericanos y de Japón. La cifra necesaria eran 56.000 millones, por lo que ni de lejos se ha llegado al montante requerido. La prensa iraquí culpa a EE.UU. del fracaso, ya que no ha logrado tomar el control del país y no se dan las condiciones como para que empresas o las naciones puedan pensar en invertir sus fondos o en trasladar a sus gentes a un país inestable y peligroso. Para colmo, también ha obviado el famoso fondo de reconstrucción, prefiriendo gestionar directamente sus fondos sin la interferencia de la ONU o del Banco Mundial. Este acto, unido a la usurpación sine die de la soberanía iraquí, hace pensar en que buena parte de los fondos irán directamente a parar a las arcas estadounidenses, por lo cual se han retraído las «donaciones». De cualquier manera, hará falta mucha pasta para que 2/3 de los iraquíes dejen de ver a los ejércitos ocupantes como lo que son, invasores extranjeros, los responsables del la muerte de más de un millón de los suyos entre las dos guerras, el embargo y los más de diez años de bombardeos.