El otro «programa» de Microsoft

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Las conexiones políticas del gigante de la informática

Realmente asombrosas resultan las declaraciones del histriónico Steve Ballmer a los medios de comunicación tras su nombramiento como responsable máximo de Microsoft. Sabemos de sus capacidades para el baile de salón y su fervor mitinero. Muchos de nosotros incluso tenemos sus actuaciones estelares «El baile del gorila» y «Developers» grabadas en el ordenata para nuestro regocijo frente a usuarios de windows omnubilados ante las evoluciones del jefe sobre la pista en un intento de sobreponerse al, como decimos por el sur, malage tradicional del Bill Gates y sus timoratas intervenciones para los media.

Pero sus dotes para la política sí que nos eran desconocidas (aunque no por ello son mucho mejores). El pasado año se descolgó con aquella barbaridad de que «el movimiento Open Source era algo propio de comunistas que van en contra de las leyes del mercado» y no desaprovecha cualquier oportunidad frente a un medio de comunicación para regurgitar perlas cultivadas de esa índole.

Ciertamente, se puede decir que el sistema opertativo Linux ha calado en algunos sectores alternativos o antiglobalización, pero su inherente dificultad, la ausencia de programas y, sobre todo, de drivers para conectar periféricos, lo ha relegado a sectores de usuarios bastante avanzados o cuasi profesionales, y por tanto desgraciadamente muy minoritarios.

La equiparación de Linux con el comunismo difícilmente puede ser entendida fuera de los Estados Unidos. Allí, la propaganda mediática ha desarrollado durante años una especie de odio anticomunista que ha legitimado intervenciones militares en países en vías de desarrollo, bloqueos económicos inhumanos contra poblaciones civiles, gastos armamentistas exacerbados y represiones internas del tipo caza de brujas, u otras similares más cercanas en el tiempo, prácticamente lo que ahora ocurre con el fenómeno terrorista. En ese contexto, queda clara la intención de Ballmer de dañar la imagen de un proyecto colectivo de la talla y calidad de Linux. Sacar la artillería pesada para desprestigiar a un sistema operativo con argumentos tan poco técnicos dice bien poco de quien los esgrime y del sistema operativo que apadrina, representa, desarrolla y comercializa.

Los últimos movimientos judiciales contra desarrolladores de soft gratuito que hacen compatibles su programas con formatos propietarios por medio de ingeniería inversa, son la última vuelta de tuerca de la corporación contra el movimiento Open Source y no hacen más que demostrar cómo funciona la apisonadora Microsoft: como un verdadero monopolio omnipotente, sobre todo cuando ataca a jóvenes desarrolladores sin el soporte de empresa alguna que los respalde con un gabinete jurídico decente.

Desde el punto de vista puramente político, las declaraciones de Ballmer sí que tienen sentido dentro de la campaña emprendida por Microsoft de apoyo a los sectores más reaccionarios y conservadores de la escena ideológica norteamericana. Hace poco esta empresa patrocinaba un encuentro del complejo militar industrial de este mismo país.

Igualmente, optó claramente por el bando republicano en la última y compleja contienda electoral por la presidencia de la Casa Blanca. Se supone que dicho movimiento respondía a un intento desesperado por solventar satisfactoriamente su complicado calendario judicial por las prácticas monopolísticas. Y hasta el momento, le va dando resultados a juzgar por las dilaciones de la sentencia condenatoria que no acaba de llegar y que, desde luego, no acabará con la partición de la empresa en las Baby Bills que perseguía el anterior responsable demócrata del caso.

Pero el fin no justifica los medios. El espectáculo, «Microsoft inside», ofrecido en Filadelfia durante la nominación de Bush en la convención republicana con el protagonismo de militares como Colin Powell y Norman Schwarkopf responsables de la mayor matanza desde el aire de la historia en Oriente Medio hace unos once años, lo dice todo. Pena de muerte, rearme, política exterior más agresiva, revolución (mejor involución) conservadora son algunas de las perlas del programa (no precisamente informático) apoyado por Microsoft.

Los usuarios de Windows deberían conocer todo lo que se esconde tras sus inofensivas ventanas. Bastantes de los dólares obtenidos de la venta de sus programas, más los gastos del apoyo logístico informático fueron a parar al show de la puesta de largo de George Bush junior en su carrera a la presidencia de los Estados Unidos. Los resultados, los estamos viendo ahora, invasión de Afganistán, agravamiento del conflicto palestino y colombiano, inicio de gravísimas tensiones con China, «guerra de las galaxias», renuncia unilateral a tratados de desarme, más y más vetos en el Consejo de Seguridad, abandono de los compromisos de Kioto…

A poco que se busquen, existen alternativas tanto gratuitas como propietarias pero fuera del monopolio. El consumo responsable, como siempre, puede ser nuestra mejor arma, a buen entendedor…

Juan Luis González Pérez
Publicado en Rebelión, Pangea y GU Software Livre da Grande Porto Alegre y Reflexao Politica

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