Algunas claves para no entender lo que está sucediendo en Pakistán

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Una huelga general paralizó ayer buena parte de Pakistán, tras un fin de semana sangriento que hace pensar en un enfrentamiento civil de alta intensidad, una especie de insurrección popular hace pensar en el fin de la era Musharraf. El motivo, la destitución del presidente del Supremo que ha osado criticar el poder absoluto del general golpista quien pretende una vez más quedarse al frente del gobierno y seguir ostentando el mando supremo de las fuerzas armadas paquistaníes. Una chispa ha bastado para encender una amenazante llama, pero ¿por qué estaba el terreno lleno de tanta yesca presta a prender?

Desde hace bastantes meses, quizá años, se vive en el país una oleada de sentimientos antinorteamericanos, en parte por la subordinación del régimen de Musharraf a los intereses geoestratégicos de Estados Unidos en el área, principalmente en relación a Afganistán, aunque también en lo tocante a India.

La gente está harta de promesas incumplidas de elecciones democráticas en el país, la dictadura militar llegada al poder en 1999 tras un golpe de estado no se atreve a dar el paso que los alejaría definitivamente del poder omnímodo. El imperio tampoco está forzando la opción democrática, como se le llena la boca en los discursos a todos sus voceros internacionales, sino más bien todo lo contrario.

El apoyo militar brindado por Islamabad a los EEUU para luchar contra los islamistas talibanes en la frontera con Afganistán tampoco ha sido un plato de gusto para sus gentes, no en vano durante muchos años han sido sus protegidos, sus niños mimados, entrenados, subvencionados… a través de los servicios secretos (ISI), por medio de los cuales desplegaban sus influencias en el vecino país. Incluso hoy, al margen de la oficialidad de Pervez Musharraf parece que están detrás del estado mayor de la resistencia talibán.

Los propios pashtunes —grupo étnico sustento del movimiento talibán— no reconocen las fronteras con Pakistán, ellos consideran que forman parte de un sólo país sin estado, de nombre Pashtunistán. Los combatientes pasan de un lado de la frontera a otro con total facilidad e impunidad.

De acuerdo con un estudio del Banco Asiático de Desarrollo, el gasoducto Turkmenistan-Afganistán-Pakistán de 1.460 km. usará las reservas de gas en los yacimientos de Dauletabad en Turkmenistan, que tiene las quintas reservas más grandes del mundo. Los destinos de ambos países, cual matrimonio bien avenido, seguirán eternamente unidos al menos hasta que los combustibles fósiles se agoten.

EEUU no se fía completamente del actual gobierno pues precisamente conoce su debilidad y el escaso respaldo popular que mantiene. De ahí que no concediese a Pakistán el mismo trato que a India en los temas nucleares, algo que ha sido interpretado como un desaire y un apoyo a su tradicional enemigo regional hindú tras legitimarlo de facto como poder nuclear. El absurdo acuerdo de Bush con Nueva Delhi va a provocar una escalada nuclear en la zona y echará literalmente a Pakistán en brazos de China como suministrador de tecnología atómica.

Como India, Corea o Israel, Pakistán es una potencia nuclear y no es firmante del TNP. En occidente y en India se teme que estas pudieran caer en manos de un gobierno extremista (=no controlado por EEUU). Sin embargo, las propias acciones de apoyo a políticas usamericanas contra el mundo árabe, están tensionando demasiado a la población contra el gobierno, al que ven como un traidor a su pueblo y a su religión. “Los amigos de América son traidores”, suele oírse como consigna en las manifestaciones de protesta que se celebran en el país.

En este estado de cosas, EEUU asiste expectante a las movilizaciones que se están produciendo en el país contra su presidente y midiendo bien quién podría capitalizarlas. Tal vez el imperio juegue su último cartucho, obligar a Musharraf a convocar elecciones haciendo que abandone previamente su liderazgo militar para calmar a la airada población. No tiene muchas más salidas, probablemente estemos frente a un conato de revolución frente a una tiranía corrupta al servicio de intereses occidentales, un escenario temido por los siocons, sobre todo porque bien podría repetirse en Arabia Saudí, Egipto, Jordania…

2 Comentarios

  1. Interesantsimo artculo, hay cosas que aplaudir a Pervez Musharraf, pero demasiadas que criticarle.

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