¿Prepara Israel 3 nuevas guerras?

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antiaereoIranA pesar de los oficios del nuevo Nobel de la Paz, o mejor sería decir, por culpa de los oficios del presidente Obama, en Oriente Medio resuenan tambores de guerra. Realmente nunca dejaron de sonar aunque fueron muchos los que se lo jugaron todo a la carta del nuevo presidente de EEUU para solventar esos temas candentes que son fuente de la inestabilidad mundial y que permanecen irresolubles desde hace ya bastantes lustros. Ese es el caso de Abbas, quien aún no se ha podido recuperar del berrinche que le ha provocado oír la prosa de Obama tras embelesarse tanto tiempo con su huera poesía. Pero desde luego no es el único defraudado, en la opinión pública mundial comienza a ser una apreciación muy general, como también lo es su menguante nivel de aceptación en EEUU.

Todos los frentes clásicos siguen abiertos y en plena ebullición. En Irak persiste la amenaza de una confrontación confesional y su gobierno se manifiesta impotente ante el incremento de la violencia. En Afganistán es probable que el invierno proporcione un cierto respiro a los ejércitos invasores, pero no va a dejar de complicarse cuando las condiciones meteorológicas mejoren dada la fortaleza creciente de la resistencia y el rechazo a las acciones de EEUU y la OTAN, saldadas habitualmente con decenas y decenas de bajas civiles.

Pero, sin duda, es el frente iraní el más complejo de todos. A pesar de su artificiosidad, de apenas haber pasado aún de la vertiente diplomática, de ser un conflicto generado ad hoc sustentado en pruebas ficticias que esconden un interés estratégico inconfesable, se ramifica en otros tres conflictos diferentes ya de por sí muy peligrosos. Aunque EEUU parece decidido a no explorar vías diferentes a las sanciones en el Consejo de Seguridad (aunque azuce el terrorismo interno o juegue a matar o hacer desaparecer técnicos nucleares), Israel sí que ha amenazado repetidamente con atacar a Irán si el imperio no lo hace directamente. Sin embargo, antes de emprender operaciones bélicas al descubierto sobre las instalaciones nucleares y militares de la república islámica, necesita cubrir sus flancos. Se podrá argüir que ya lo intentó recientemente, pero dos sonados fracasos fueron todos los resultados obtenidos anteriormente a pesar de contar con una de las mayores maquinarias bélicas del mundo, con todo el apoyo norteamericano y sin aplicar ninguna cortapisa relacionada con la ética o las convenciones internacionales que protegen a los civiles en tiempo de guerra. Hamas y Hezbollah siguen en el poder en Gaza y el sur de Líbano respectivamente y con sus arsenales intactos si no reforzados para resistir nuevas invasiones.

El informe Goldstone sobre las masacres cometidas por el Tsahal durante la operación Plomo Fundido ha dañado duramente el frente diplomático sionista a pesar de su evidente parcialidad en favor de Israel —no en vano está redactado por un convencido sionista—. Israel ha quedado bastante tocado. Como decía la editorial del diario Haaretz de hace un par de semanas:

La situación diplomática de Israel ha tocado fondo. Las negociaciones con los palestinos están paralizadas y el presidente palestino Mahmoud Abbas amenaza con quitarse de en medio. La vía siria está paralizada. El Primer Ministro Benjamin Netanyahu tiene problemas hasta para conseguir una reunión en la Casa Blanca. El informe Goldstone describe a Israel como un Estado criminal, y todo esto ocurre en el contexto de crecientes amenazas estratégicas: la ocupación, la erosión del equilibrio demográfico y el crecimiento de los arsenales de Irán, Hezbolá y Hamas.

En el fondo de todo subyace la negativa a negociar con los palestinos (y sirios y libaneses) sobre las bases del derecho internacional y los compromisos adquiridos por anteriores gobiernos hebreos. Es probable que, de no cambiar las cosas tras el envite de Abbas, pueda comenzar una nueva intifada en Cisjordania que sirva de válvula de escape ante tantas renuncias, tanta humillación, tanta violencia y tanto desprecio sufridos por el pueblo palestino durante más de 50 años.

Si Israel decide atacar a Irán tienen que neutralizar antes los cohetes de Gaza y Líbano. Para ello no le queda otro remedio que acabar definitivamente con Hamás y Hezbollah. Quizá un síntoma de  la existencia de los preparativos bélicos es que el martes pasado finalizó la remodelación y construcción de refugios antiaéreos en las zonas limítrofes con ambas regiones, pero el propio ejército es consciente de que cada día que pasa los cohetes de las resistencia palestina y libanesa son capaces de adentrarse más en suelo israelí y que nunca más una guerra será ajena a su territorio patrio. Como declaró el viceministro de defensa Matan Vilnai

Una guerra sólo en el frente militar, como sucedió en la Guerra del Yom Kippur de 1973 —y que no afecte a la población civil—, ya no volverá a tener lugar.

Quizá ahí radique la afición de los israelíes por la guerra, casi siempre la han visto desde el lado de la abrumadora superioridad militar y fuera de sus fronteras. Los muros antes insalvables son superados por simples petardos caseros, las antaño invulnerables fortalezas andantes, los merkavas, sucumben ante unos RPG-29 rusos que ya tienen bastantes añitos (son de finales de los 80). Es innegable que la doctrina de la destrucción mutua ha ayudado a evitar que se inicien muchas guerras de alta intensidad, de ahí que el estado sionista se dedique con tanta fruición a evitar que los países de su entorno tengan capacidad defensiva frente a la tradicional total supremacía ofensiva del Tsahal.

Justamente en estos días se han producido maniobras militares en Irán simulando un ataque a sus instalaciones nucleares para mostrar al mundo su poderío antiaéreo y avisar a EEUU e Israel de que no cometan el «estúpido error» de atacarlos. No cabe duda de que la república islámica en los últimos años ha progresado enormemente en el campo militar, aunque es probable que tenga poco que hacer contra los F-15 y F-16 israelíes de fabricación norteamericana. Sobre todo sin contar con los sistemas S-300 soviéticos que Moscú usa como moneda de cambio en las relaciones bilaterales con los Estados Unidos, a pesar de haber sido comprados en 2007. Probablemente la ruptura del contrato sea el pago no declarado a la retirada del escudo antimisiles que el Pentágono quería instalar en Chequia y Polonia. En cualquier caso, con S-300 o sin ellos no van a ponérselo fácil a su agresor, Irán no es el Irak machacado por dos guerras y por la hambruna que invadieron como un paseo militar. Este país no va a abandonar su programa nuclear civil, todo lo contrario, no va a renunciar a su inalienable derecho como firmante del Tratado de No Proliferación. Hoy mismo ha anunciado la construcción de diez plantas de enriquecimiento de uranio para surtir a la central de Natanz y le ha pedido a la AIEA, de la que es miembro, que le facilite los diseños de construcción de las instalaciones para poder subir la pureza del uranio al nivel requerido para ser combustible nuclear (19,5%)

Tampoco Hezbollah va a dejarse atrapar fácilmente. Es obvio que Israel ya conoce las técnicas enemigas que le llevaron al desastre de la anterior invasión de 2006 y muchas de sus infraestructuras subterráneas, pero las milicias han tenido tiempo de rearmarse y recuperarse desde entonces. No hay que hacer mucho caso a las declaraciones de las partes en conflicto, será siempre difícil separar la verdad de la propaganda, pero en boca de Ehud Barak, ministro de defensa de Israel, Hezbollah cuenta en la actualidad con el triple de misiles que antes de comenzar la anterior guerra y, desde luego, con mayor potencia y autonomía. Es probable que ni la nuclear de Dimona ni TelAviv estarían a salvo de Hezbollah si se inicia la 3ª Guerra de Líbano. Pero tanto o más preocupante que la capacidad bélica es el conocimiento tan amplio que la inteligencia de la resistencia libanesa tiene de las fuerzas que operan cerca de la frontera y de los medios usados para patrullar. Ya durante la guerra lograron hackear las comunicaciones enemigas, pero al parecer, según publicó a mediados de mes el diario Yedioth Ahronoth, la inteligencia de la resistencia tiene bastantes infiltrados entre la población y el ejército del norte de Israel y conoce perfectamente sus capacidades.

Israel también tiene sus redes de espionaje al sur (y al norte) del Litani, pero ha sufrido varios reveses importantes en los últimos tiempos en este campo, algunos de ellos con la intervención de fuerzas españolas bajo mando de UNIFIL, lo que ha causado no pocos dolores de cabeza a la diplomacia española y puede estar en el origen de la presión a Berlusconi para que no ceda el control militar de la UNIFIL a España en febrero. Los militares hebreos aconsejan que, de producirse una nueva invasión, debería coincidir con la primavera, el momento en que el terreno esté un poco más duro y favorezca el avance de los tanques. Habrá que ver si finalmente se atreven.

Más fácil sería lanzar otra operación sobre Gaza, pero para lograr desbancar del poder a Hamás y acabar con su capacidad de resistencia, no podrán repetir los mismos errores de hace un año. Sus fuerzas militares se quedaron en las periferias de las ciudades para evitar luchar en el cuerpo a cuerpo y prefirieron masacrar a la población civil desde el aire y con la artillería desde tierra. Lo único que lograron fue aumentar el sufrimiento de la población y propinar un castigo colectivo mediante todo tipo de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, tal y como recoge el informe de la ONU.

Tampoco son baladíes las dificultades técnicas del ataque aéreo propiamente dicho a Irán. Durante el vuelo desde Israel tendrán que atravesar el espacio aéreo de terceros países y, sin el apoyo de EEUU o algunos países árabes (Irak, Egipto), es bastante difícil que logren resultados satisfactorios para los agresores. La protección con la que cuentan muchas de las instalaciones nucleares pueden hacer los bombardeos totalmente inútiles, no ya por su equipamiento antiaéreo, sino por la propia construcción subterránea de las zonas más sensibles que pueden convertirlas en invulnerables a las bombas convencionales israelíes.

Aunque obviamente se trata de futuribles, de momento aún hay demasiadas variables sin aclarar como para poder aventurar un desenlace concreto con cierto rigor. Habrá que seguir atentos a los oráculos si queremos predecir cualquier futuro movimiento en el complejo tablero de ajedrez en que hemos convertido a Oriente Medio. Pero una cosa está clara, las partidas ya no tienen ganador antes de comenzar.