Annapolis y el vacío

Unamos en una cumbre a un presidente de EEUU ex alcohólico, débil mental con el cerebro lavado por los evangelistas fundamentalistas y sionistas que creen a pies juntillas que Cristo vendrá de nuevo a la tierra cuando toda Palestina sea ocupada por Israel.

Sumémosle la presencia del anodino primer ministro de Israel, heredero político del genocida de Sharon a quien ha pretendido emular regando con sangre Oriente Medio; salpicado de escándalos de corrupción y también con la popularidad por los suelos, sobre todo desde que una milicia poco pertrechada de Líbano derrotó a un ejército que se auto consideraba invencible.

Y como no hay dos sin tres, no podía faltar la tercera pata del banco. El presidente de la ANP, un títere en manos occidentales cuestionado en su tierra, que tiene en su haber un golpe de estado para recuperar el poder que las urnas le habían negado democráticamente y que no representa ya a casi nadie en Palestina.

Los tres necesitan presentar algún tipo de éxito en sus tristes legislaturas.

El primero de ellos porque bajo su mandato se ha empantanado en dos guerras interminables en Oriente, ha perdido a buena parte de sus aliados latinoamericanos y ha hecho que el mundo desconfíe de su economía y su moneda hasta límites insospechados.

En cuanto a Olmert, tiene que hacer el papel de que tiene sinceros deseos de llegar a la paz con sus vecinos aunque en su agenda no está renunciar a todo lo que han logrado por la fuerza bruta desde la creación artificiosa del estado de Israel. Entre otras cosas aún deben terminar de construir el muro del apartheid, judeizar Jerusalén y acabar de robar toda la tierra y los recursos hídricos posibles. Evidentemente, cualquier otra movimiento o «concesión» a los palestinos supondría la inmediata y forzada dimisión del cargo que actualmente ostenta. El lenguaje huero de la diplomacia y la política es su mejor aliado para no sublevar a la población judía y hacer creer a los palestinos que hay posibilidades de avance.

Abbas es rehén de un pueblo que le ha dado la espalda y de EEUU e Israel. Si no logra arrancar un acuerdo digno de lo que dictan las resoluciones internacionales sobre el retorno de los refugiados, la capitalidad de Jerusalén y la retirada de los territorios ocupados simplemente renunciará de motu propio a la presidencia aunque tampoco tendría otra salida posible. En todo caso lo único que podría retrasar lo inevitable sería jugar a decir vaguedades que mantengan las esperanzas de los desesperanzados hasta que, finalmente, todos le vean el plumero.

¿Qué podemos esperar de Annapolis? Creo que está bien claro, discursos vacíos, textos incompletos, dilaciones eternas, pasos intermedios imposibles, algún que otro gesto sobre temas secundarios para disimular el indefinido postergamiento de los temas básicos y mucha hasbara (propaganda) para encubrir el más que seguro fracaso y culpar del mismo a los palestinos por querer cosas imposibles, como los inalienables derechos que les reconocen las resoluciones de la ONU y la justicia internacional a un pueblo ocupado, masacrado, robado y ultrajado con la complicidad de los poderosos del mundo. Y es que, con el actual nivel de ocupación del territorio es prácticamente imposible implementar la fórmula de dos estados en Palestina, ese es el error de partida de la actual conferencia y de todo lo que se sustente en una realidad que ya no es la del 67, sobre todo si no existe voluntad de revertirla a ese punto cero que reconocen todas las resoluciones de la ONU y de su Consejo de Seguridad.

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