Ayer en nuestro país hubo dos manifestaciones simultáneas, una en Madrid de convocatoria estatal anunciada meses atrás por los grupos antiabortistas con apoyo de toda la derecha mediática y empresarial del país, junto a otra casi espontánea, circunscrita al ámbito de una de las naciones que componen el estado español.
Si prescindimos de la guerra de cifras en la que se suele entrar tras las manis de la derecha y nos fiamos del nada sospechoso Manifestómetro y de los conteos individuales efectuados por la empresa Lynce para la agencia EFE, podemos establecer que no había más de 60.000 personas en la manifestación del Foro de la Familia. En la de San Sebastián, no hay tanta disparidad de criterios ya que casi nadie se atreve —quizá por miedo— a dar una cifra, la única que he encontrado es de Gara, el diario de referencia abertzale, que calcula la asistencia en 37.000 personas. Vistas las imágenes, podría pensarse que es un número bastante aproximado pero, suponiendo que el Gara exagerara en sus apreciaciones por razones ideológicas, podríamos dejarlo en 20.000 personas.
Así pues, tenemos dos protestas casi simultáneas, con cifras dentro del mismo orden de magnitud y con respuesta proporcionalmente muchísimo más elevada entre la población vasca (2 millones) que entre la española (45 millones). Sería de esperar que las interpretaciones de la participación hechas hoy por los líderes políticos fueran al menos proporcionadas a sus resultados, ¿qué tenemos en la prensa nacional? Pasen y vean, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Los medios de la derecha piden, con el PP, la retirada de la ley por el «masivo rechazo» en las calles de Madrid, los más cercanos al gobierno destacan las incongruencias de los populares que no derogaron en 8 años de gobierno la ley de aborto vigente en la actualidad que ayer sus dirigentes denostaban. ¿Quién en la prensa nacional criticaba la última garzonada y reclamaba la puesta en libertad de los últimos presos políticos encarcelados el martes? Nadie. Hay que ir a la prensa de Euskadi para encontrar este tipo de interpretaciones, ya sea en el Deia: Una marea humana clama que todos los derechos sean para todas las personas, en relación a la conculcación de las libertades políticas por la Ley de Partidos:
en esa línea, se solidarizaron con los detenidos y sus familias, exigieron su liberación inmediata, pidieron la derogación de la Ley de Partidos que está suponiendo un «genocidio político» y mostraron su «preocupación por la deriva antidemorcática, autoritaria y represiva del Estado en la cual hay que entender estas detenciones. Hechos de esta naturaleza debería llamar la atención de los países de nuestro entorno que se predican democráticos, pero lamentablemente no es así».
O Gara que, obviamente, es mucho más explícito en su denuncia:
El Gobierno español decidió llevarse a nueve representantes de la izquierda abertzale el martes y, en sólo cuatro días, ayer se encontró con más de 37.000 abertzales unidos en las calles por primera vez en mucho tiempo. (…) En todas las declaraciones había una constatación común: al Gobierno de Zapatero y Rubalcaba se le ha visto el plumero con estas detenciones. Basabe hablaba de «sabotaje». Pello Urizar, de EA, de «ataque directo para entorpecer un proceso político para la solución del conflicto». Txiki Muñoz añadía que «el Estado tiene miedo a aquello que no controla, a que la sociedad vasca aborde de forma civil y democrática la confrontación». Y Jone Goirizelaia hablaba rotundamente de «boicot», pero aseguraba que la oferta que define la izquierda abertzale no va a poder ser frenada: «Hay dos estrategias: boicotear por la vía de la represión o seguir avanzando hacia un escenario democrático».
¿Qué se persigue o se consigue con esta estrategia dispar? Es muy simple, perpetuar el conflicto de España contra Euskadi, mediante la manipulación constante de lo que sucede en Euskadi para que nadie sea capaz de comprender y empatizar con la afrenta permanente que vive la mayoría de la población de aquella parte del estado, justo lo mismo que tratan de aprovechar ciertos sectores del País Vasco para justificar y perpetuar la situación de violencia terrorista en la que viven inmersos desde hace ya bastante tiempo.
En la media oficial un espacio informativo es un articulo comercial, yo personalmente acredito la media alternativa.